El papa Francisco ha recibido este lunes en audiencia a los prefectos de la República Italiana, a quienes ha expresado dos de sus habituales preocupaciones: por un lado, la crisis de natalidad que sufre el país; por otro, la necesidad de recibir, acompañar, promover e integrar a los migrantes que llegan a él.
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“Los inmigrantes ayudan cuando se adaptan bien. Italia es una tierra donde faltan niños y llegan inmigrantes”, ha dicho Francisco, reconociendo que le preocupa “el problema de la baja tasa de natalidad aquí en Italia. No tienen hijos”. Así, ha contado una anécdota: “Uno de mis secretarios me contaba que el otro día caminaba por la plaza: se acercó una señora que llevaba un carrito con su niño; va a acariciar al bebé… ¡era un perrito! Los perros pequeños reemplazan a los niños. Piensen sobre esto”.
Cuidado del migrante
“Son tiempos difíciles”, ha reconocido el Papa, en los que hay que atender especialmente a cuestiones como al “orden público” y a temas “medioambientales críticos”. Asimismo, “la gestión local de los flujos migratorios tampoco es fácil, porque confía a vuestro cuidado a personas heridas, a personas vulnerables, a menudo a personas perdidas y a quienes han sufrido terribles traumas”.
“Son rostros, no números”, ha recordado Francisco: “personas que no pueden simplemente clasificarse, sino que deben ser abrazadas; hermanos y hermanas que necesitan ser liberados de los tentáculos de las organizaciones criminales, capaces de especular sin piedad sobre sus desgracias”. “Debemos ser cuidadosos”, ha insistido. “Los migrantes deben ser recibidos, acompañados, promovidos e integrados. Si esto no está ahí, hay peligro; si no existe este camino hacia la integración, hay peligro”.
