Hacia donde vaya la IA en el futuro y para qué sirva depende sobre todo de lo que queramos hacer con ella. El problema no suelen ser las tecnologías sino el uso que hacemos de ellas. Al final, todo son inventos que nosotros realizamos con nuestra inteligencia y que podemos poner a nuestro servicio o al contrario. Por ello, no creo que haya que demonizar la IA ni pensar que es lo que va a salvar o va a cambiar la existencia en la tierra. A pesar de los grandes avances técnicos que ha tenido la humanidad, sus grandes preguntas siguen siendo las mismas que tuvieron quienes vivieron varios milenios antes que nosotros. Por ello es importante no dejarse deslumbrar por nuestras tecnologías, sea para bien o para mal.
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Para poner la cuestión en su sitio, lo primero que tenemos que hacer es dejar de intentar prever cómo será el futuro con la IA. Una tecnología no nos obliga a nada, no hay nada irremediable y las personas tenemos la capacidad de hacer con ella lo que queramos. Por tanto, intentar ser profetas o buscar a aquellos que nos digan qué pasará en el futuro para intentar adaptarse a ello, es dejar nuestra responsabilidad en otras manos, la de aquellos que quieren dirigirnos en una dirección o en otra. Como ya he apuntado en otras ocasiones en estas líneas, no es cuestión de preguntarnos a donde nos va a llevar la IA, sino hacia donde queremos dirigirla nosotros. Debemos pensar para qué la queremos utilizar y cuáles son los usos que queremos darle.
Como vemos día a día, por ahora los usos principales tienen mucho que ver con el economicismo reinante. Se utiliza para intentar ganar más dinero, vender más bienes, conocer mejor a mis clientes, para incrementar la productividad, para conseguir producir más en el mismo tiempo, etc. Por ello son las empresas o aquellos que se ven evaluados desde fuera quienes están haciendo un mayor uso de ella. Debemos preguntarnos si esto es lo mejor de la IA, que nos permite ganar más y producir más y que, en el competitivo mundo de la economía, quien no la utilice se vaya a quedar relegado porque no va a poder producir tan barato como quien lo haga, o vale la pena utilizarla para otros usos mejores para las personas y para la sociedad en general.
Qué queremos
Por ello es necesario pensar sobre ello. Tenemos, ya no tanto analizar qué nos va a traer la IA, sino qué queremos que nos traiga. Si lo que pretendemos con ella es, simplemente, que incremente nuestros beneficios y la productividad, vamos a tener más de lo mismo y, seguramente, volverá a ser otra tecnología que nos esclavice, que nos aborregue y que nos haga depender de unos pocos, que serán quienes tengan la capacidad de programar la IA y montar sus algoritmos internos según ellos crean que conviene más a sus propios intereses. La clave está, por tanto, en decidir qué queremos para nuestra sociedad y como queremos organizar nuestra vida en común. Las preguntas eternas que siempre están ahí…