Nabila Saleh es una de las religiosas de la congregación del Rosario de Jerusalén. Es, además, una de las cientos de personas que han tenido que refugiarse en la parroquia católica de la Sagrada Familia de Gaza, y, como tal, estaba presente durante el asesinato, por parte de las tropas israelíes, de dos mujeres el pasado fin de semana.
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Tal como relata a Vatican News, estaba presente cuando las feligresas fueron asesinadas. La madre había salido para ir al baño fuera del centro que albergaba a los refugiados: “La mataron a tiros unos francotiradores apostados en las casas de detrás nuestro. En cuanto la hija vio caer a su madre, fue hacia ella para ayudarla, pero también recibió un disparo en la cabeza”. “En ese momento, nos resultaba difícil salir y con dificultad recuperamos un cadáver mientras que tuvimos que esperar mucho tiempo para recuperar el otro”, relata.
Varios heridos
Varios días después del ataque, “hay francotiradores apostados por todas partes”, señala la religiosa. “Vivimos en una tensión extrema: no hay electricidad, no hay agua potable. Sin embargo, damos gracias a Dios porque, por ahora, no ha habido más muertos y rezamos para que esta guerra termine pronto”.
“Desde antes del estallido de la guerra, las autoridades habían sido advertidas de que casi toda la comunidad cristiana está presente en la parroquia. Aquí no hay armas ni musulmanes”, explica. Ahora, añade, hay una emergencia en el drama: “Hay siete heridos entre nosotros a los que no sabemos cómo tratar”. El padre Yusuf, el párroco, ha pedido ayuda a la Cruz Roja, “pero no sabemos si podrá llegar y cuándo”.