El mundo necesita el don de la bendición. La bendición os pone en camino y el Señor espera que lleguéis a entregar todo vuestro amor. Bendecir reconoce que el Espíritu está trabajando continuamente en el interior de todas vuestras cosas, llamando y multiplicando el amor. Bendecir compromete la mejor palabra de cada uno y de toda la Iglesia para celebrar y acompañaros. Bendecir da valor, abre y expande el corazón haciendo nuestras vuestras alegrías.
- OFERTA: Esta Navidad, regala Vida Nueva: la suscripción anual a la revista en papel por solo 99,99 euros
- PODCAST: Bendecidos por Dios y por la Iglesia
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
Haced de Jesús vuestra mayor bendición
Vais a necesitar todo el amor de Dios para navegar en unión por toda la geografía de la vida: vuestras cumbres y abismos, valles y desiertos, inviernos y primaveras. Toda alegría del amor debe ser bendecida y celebrada, porque incluso la frágil llama de una vela rompe la oscuridad. Haced de Jesús vuestra mayor bendición, porque su amor puede más que el abandono, su verdad va más lejos que la falsedad, su belleza es más profunda que cualquier apariencia, su bien siempre llega más alto que el mal.
Bendeciros reconoce la bondad de Dios Padre, que os ha dado lo esencial y os ha hecho para amar. Todos vivimos en las fronteras del amor, pero su fuente da para llenar toda vuestra historia. Las palabras de la bendición os convocan a seguir bebiendo en la fuente de la Palabra. La Palabra de Dios desata todo nudo, consuela en la tristeza y será vuestra mejor compañera.
Bendito sea aquello que solo puede el amor, bendito aquello que merece ser eterno, benditos sois cuando servís a la justicia y a los que sufren. Pedimos a nuestra madre María que pongáis todo el corazón en ser bendición mutua y vuestra vida sea una bendición para todos los demás. Que la bondad de Dios os lleve a culminar juntos la vida y seáis ya solo amor.