José Beltrán, director de Vida Nueva
Director de Vida Nueva

En las cloacas de la Iglesia


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JUEVES

Sara de la Torre, nueva directora de Comunicación de la Archidiócesis de Madrid. De las de ‘pico y pala’ en cocinas, sin problema alguno por meterse en harina y mancharse el delantal. Complicado lo tienen los que siempre han jugado a llenar Bailén de minas invisibles y virtuales para hacer explosionar en la cara de quien porta el báculo. Ella es una Tédax.



VIERNES

Por la mañana. Desayuno informativo organizado por PPC para dar a conocer su colección antiabusos, centrada en la protección de la infancia y el acompañamiento a las víctimas. Luis Alfonso Zamorano, como autor invitado. “Lo que más me afecta en lo personal no es acompañar a las víctimas y acoger su abuso, sino el desgaste que genera esa revictimización que sufren todavía hoy porque se les niega el reconocimiento, la justicia y la reparación, porque todavía se les cierra las puertas”. Anótese en la agenda de quienes consideran que esto es un problema superado o que se trata de una cantinela mediática anticlerical. Y no se queda ahí: “Estar en las cloacas de la Iglesia no es para nada fácil, sin embargo el encuentro con las víctimas me ha hecho mucho bien, porque en ellas me he encontrado con Jesús. No acoger a las víctimas, es no acoger a Jesús, ¡la Víctima por excelencia! ”.

Desayuno_PPC2

Sin acabar de digerirlo, por la tarde, cita en el Auditorio San Agustín de Madrid. Presentación del libro de Luis Marín sobre Juan XXIII. Te hablo al corazón (San Pablo). Rompan filas. Y el agustino que ahora coordina el Sínodo de la Sinodalidad recupera para él, y a la par para mí y para quien quiera recoger el guante, uno de esos pensamientos de Roncalli que respiran Vaticano II sin estar en ningún documento magisterial: “Si no pones tu yo bajo tus zapatos, no eres un hombre libre”.

SÁBADO

Desde que uno ha descubierto los globos eco, me da algo más de tranquilidad ponerme frente a la bombona durante unas cuantas horas para inflarlos con helio. Pero el madrugón cobra de verdad sentido cuando Amanda, Mateo, Marcos y Martina le dan un beso a su globo con la confianza de que llegarán a quien necesita de su abrazo. Y de su oración. Es lo que tiene ser Sembradores de Estrellas.

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