Al cardenal Víctor Manuel Fernández “Tucho”, prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, le preocupan las divisiones en la Iglesia. Especialmente, “cuando hay violencia o necesidad de desprestigiar al otro”. En su caso, tal como ha declarado en una entrevista con La Stampa, ha llegado a recibir mensajes amenazantes. “Te destruiremos”, decía uno de ello.
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“Sentirse odiado no es agradable”, ha señalado. “Sobre todo porque no existen elementos tan terribles que justifiquen esta dureza. Sin embargo, ahí está. El problema es que se está dañando la unidad y la armonía de la Iglesia”. En cualquier caso, considera que documentos como Fiducia Supplicans “no causan divisiones, simplemente las hacen emerger, aportan sinceridad”.
Con este texto, dice, “se trata de redescubrir otra manera de ser sacerdote, más allá de los ritos litúrgicos, que tienen su belleza, pero que son incapaces de expresar o contener toda la realidad concreta del pueblo”. “La Declaración nos recuerda que también hay una vida apostólica espontánea, en las aceras, entre la gente, donde cada uno lleva el peso de la propia vida como puede, y necesita a veces un gesto de amor y cercanía de la Madre Iglesia”, asevera.
Un documento “evangélico”
Además, considera qe se trata de un documento “evangélico” en el sentido de que “invita a todos los fieles a confiar en la ayuda de Dios, no sólo para seguir adelante sino también para responder mejor a su voluntad. Por eso se busca la bendición”. Y, para los sacerdotes, “es evangélico porque les insta a reflejar en sus actitudes las de Jesús delante de la gente, acogiendo, abrazando”. Así, “si se trata de una pareja irregular, hacer una oración por las dos personas pidiendo salud, paz, protección es evangélico. Y luego una señal de la cruz en la frente de cada uno de los dos, eso también es evangélico”.
Pero no se queda ahí: “El sacerdote también puede darles un consejo: ‘Procurad ser fieles al Evangelio, para responder mejor a la voluntad del Señor’. La bendición es siempre la oportunidad de anunciar a Cristo, su infinita ternura. No encuentro ningún argumento para decir que estas cosas no son evangélicas”.