Uno de los condicionantes más importante en la vida de las mujeres es la experiencia de la maternidad. La maternidad modifica radicalmente la vida y condiciona la perspectiva que se tiene de la realidad. Estereotipa la vida de las mujeres. Cuando hablamos de identidad femenina el imaginario social lo asocia a su capacidad reproductiva. De ahí vienen una serie de situaciones y relaciones que marcan la vida de cualquier mujer: familia, procreación, cuidado, hijos, hogar. Esto no significa que la maternidad obligue a renunciar a la vida personal. Luisa Roldán (1654-1706) fue una escultora sevillana que logró emanciparse del taller de su padre, Pedro Roldán, y establecerse con su propio taller primero en Sevilla, después en Cádiz y posteriormente en Madrid, como escultora de cámara de Carlos II en 1692 primero y revalidado por Felipe V en 1701.
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Luisa destacaba sobre todos sus hermanos y hermanas, no solo por su habilidad técnica, sino por su ingenio y carácter. Se casó por amor, algo no tan común en aquella época, y tuvo familia a la vez que crecía como escultora, siendo reconocida en el gremio de artistas y también por los mecenas y la realeza. Su obra destila una energía formidable, es expresiva, vitalista y colorida.
La Roldana, como la llamaban sus contemporáneos, hereda la técnica de talla de madera de su padre, al igual que las influencias iconográficas relacionadas con la tradición escultórica sevillana, pero ella enriquece la ejecución, la expresividad y los detalles. Puede realizar tanto un enérgico San Miguel (1692) a tamaño natural para el Monasterio del Escorial en Madrid, como piezas más pequeñas para oratorios privados como Virgen con el Niño conservada en el convento de san José de Sevilla (1699). A lo largo de los años incorpora otras técnicas como la terracota y el barro cocido policromado. Se adapta fácilmente al formato de la escultura, exenta, relieve y a diversos tamaños como requieren los clientes.
Propia experiencia
Realizará grupos escultóricos referidos a la maternidad de María. Se nota en ellos su experiencia como madre, en el amamantamiento, en las labores de atención a los pequeños como el abrazo, el juego o el acompañamiento. También es detallista en las labores domésticas como la costura que se hacían en compañía de la prole.
Una talla de estas características es el conjunto de la Virgen de la Leche que se encuentra en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid. María aparece amamantando al niño en una pose muy natural y cotidiana y atendiendo a la vez al niño Juan Bautista, al que mira con ternura para contestar a su llamada. La artista ha modelado la pieza con agilidad, aportando dinamismo e inestabilidad a las figuras que con su movimiento suave involucran al observador, desde una visión amable y tierna. Luisa maneja con maestría la policromía sobre barro cocido. Las vestiduras de la Virgen son una túnica rosácea con manto azul claro y velo blanco que contrastan con las túnicas de los dos infantes en un tono ocre claro, algo más intenso en la del Bautista.
En el grupo, la intimidad materno-filial se altera con la ampliación del cuidado a otros personajes, hacia la figura de san Juan Bautista niño con el cordero. No es el único ejemplo de la obra de Luisa donde descubrimos este detalle. No solo es una visibilización de la maternidad sensible de María, sino de un sentir compasivo en la relación entre el adulto y el infante y una delicadeza intencionada en las relaciones de cuidado. Parece que hay una intención en la artista de subrayar el hecho de que el amamantamiento es un acto íntimo que enfatiza la humanidad no solo de María sino también de Cristo. Se enmarca dentro de una normalidad en el cuidado cotidiano, expresado en la ternura de los ojos y la expresión del rostro de María. Esto se puede ver en muchas de las composiciones de la escultura: la fuerza y la ternura, la energía de la acción y la delicadeza del gesto hacia el otro.
En su etapa madrileña (1698-1701) fueron numerosos los conjuntos de Virgen amamantando al Niño en su regazo, se conocen al menos otras seis, tanto en manos de instituciones religiosas como de particulares, así como otra en México. Luisa consiguió conciliar su vida profesional de artista con una maternidad, y nunca estuvo separada de su producción artística. Y eso la hizo singular. El mismo día de su muerte fue nombrada académica de la Academia di San Luca de Roma. Era la primera mujer que accedía a este honor.
*Artículo original publicado en el número de enero de 2024 de Donne Chiesa Mondo. Traducción de Vida Nueva