“Sin reservas, sin miradas atrás, sin más respuestas que mi persona me presento ante vosotros”. Así ha comenzado su alocución Mikel Garciandía, tras su ordenación episcopal y toma de posesión como nuevo obispo de Palencia ante una catedral llena hasta la bandera.
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El prelado navarro se ha presentado ante sus fieles señalando que ha vivido estos años tratando de configurar su vida en el Señor y responder con verdad en su servicio ministerial “y así lo he tratado de vivir en mi diócesis, y, así, llego para habitar en la calle de San Marcos en Palencia”.
Antes, el hasta ahora obispo, Manuel Herrero, OSA, ha pronunciado sus palabras de bienvenida saludando a “todos, todos, todos”. Dirigiéndose al nuncio apostólico en España, Bernardito Auza, le ha pedido que, “en estos tiempos de tantos ataques, hágale llegar al papa Francisco nuestra comunión eclesial”.
En su bienvenida a Garciandía, le ha dicho que llega a una Iglesia que “quiere seguir anunciando la Buena noticia con alegría, soñando los sueños de Dios, acogiéndolos y acompañando a los hombres de esta tierra”.
“Un hogar abierto y acogedor para todos”
En sus primeras palabras, tras la homilía pronunciada por Auza, Garciandía ha recalcado que “es importante que los creyentes y seguidores de Jesús abramos puertas, derribemos muros, bastiones, salgamos de nuestras trincheras y hagamos de la comunidad cristiana un hogar abierto y acogedor para todos”.
Para Garciandía, “en nuestro tiempo, las amenazas físicas y la persecución a los cristianos y otros credos son terribles y numerosas en muchas naciones de África, Asia y América. Pero entre nosotros, aun no siendo tan evidentes, tan externas, son también profundas, de modo que la frágil barca de Pedro sigue sufriendo los embates del mal, en primer lugar, por nuestros pecados propios y, en segundo lugar, porque el mal se establece bajo figura de bien en nuestra sociedad llevándonos de la mano de la indiferencia”.
“Cada vez nos encontramos con más comunidades cristianas sumidas en la perplejidad y el desconcierto -ha continuado-, necesitadas de retomar con vigor y esperanza la visión, el sueño, la causa de Jesucristo. El tiempo se ha cumplido, el Reino de Dios está cerca. No valen los extremismos de quienes se refugian en un pasado dorado que nunca existió, ni en un futuro ideal que llegará a golpe de programas ideológicos con pretensiones absolutas y totalitarias. Lo que vale es la radicalidad del Evangelio de Jesús, sin glosas ni falsas adecuaciones”.
Una diócesis en marcha
En este sentido, ha indicado que “la Buena noticia del Evangelio me hace que hoy quiera comprometerme y me comprometo a luchar en favor de la vida humana, especialmente, de todas las víctimas de los abusos de cualquier tipo en el seno de la Iglesia y en nuestra sociedad, por los más necesitados, por los enfermos, por los ancianos, por los que serán privados de su derecho a nacer”.
Y ha añadido: “Los descartados por los que aboga nuestro papa Francisco nos deben doler y movilizar de una manera tan vigorosa como creativa”.
Para Garciandía, “los retos de la fe cristiana, en este momento, son nuevos, tanto en su manera de formularse como en su manera de presentarse, pero creo que la novedad del Evangelio sigue siendo válida y vigente de cara a la realidad actual”. Por eso, “confío en vosotros jóvenes y en cuantos estáis implicados en la pastoral vocacional. Dios Padre nos llama a todos a la vida, Dios Hijo nos invita hoy a seguirle con gozo y el Espíritu Santo nos invita a ser testigos de su Amor de cara a todos, sin exclusiones ni reservas”, ha completado.
El nuevo obispo también ha hecho mención al plan pastoral en marcha, al que dice que le “alegra” incorporarse. “Gracias por dejarme participar de este plan pastoral y acoger que, a partir de ahora lo coordine y lo lleve a la comunión, a la realización eclesial. Me alegra presidir en el Señor a una comunidad que anuncia el Evangelio, que cuida la vida y celebra la fe”, ha finalizado.