Tribuna

Jornada Mundial para la Vida Consagrada: Discernir caminos

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La palabra ‘discernimiento’ es clave en todos los procesos de crecimiento humano. Daniel Comboni sintió la llamada del Espíritu a evangelizar el interior del continente africano en un contexto histórico concreto y difícil. Después de un profundo discernimiento, tras una experiencia vivida como un rotundo fracaso, encontró la metodología adecuada a través de su compromiso para “Salvar África con África” y su empeño por incorporar a la mujer a la misión en contextos nunca antes vistos. Decía así que lo importante eran las personas, todas las personas sin exclusión.



Las Misioneras Combonianas mantenemos ese discernimiento en nuestro actuar y nuestros compromisos. Discernir no quiere decir verlo todo nítido y claro. Discernir es intuir por dónde el Espíritu nos está llevando. Y como en tiempos de Comboni nuestro discernimiento tiene en cuenta las personas, los procesos, la pasión por el Evangelio. Sentimos, como decía Comboni, que una vida es poca para ofrecerla a la causa del Evangelio.

Nos hemos identificado siempre con nuestro ser itinerantes. Somos “mujeres en camino” y eso de un modo literal y metafórico. Como congregación misionera, los desafíos de la misión y, en concreto, del mundo actual, nos cuestionan. Nos desorienta la significativa disminución numérica que hemos experimentado en los últimos años. Pero a pesar de todo hemos tenido el valor de emprender procesos de discernimiento que nos han llevado a una reestructuración a gran escala. No tenemos todo claro, vacilamos, a veces parece que vamos a tientas. Pero sí tenemos muy presente una realidad y es la de ponernos en camino, la de no quedarnos sentadas a esperar para ver un mañana claro y nítido. Caminamos seguras de que el Espíritu nos guía y Él sabe por dónde nos está llevando, aunque nosotras no lo tengamos tan claro.

En ese camino observamos varios focos que nos guían. Uno de ellos es el trabajar en sinodalidad con las diferentes provincias, teniendo presente y valorando nuestra diversidad. Y eso, mucho antes de que la palabra “sinodal” se pusiera de moda. Otro foco esencial es el de cuidar de quienes nos han cuidado. Nuestras hermanas mayores, las que ahora rezan en silencio en las capillas de nuestras comunidades, son nuestro valor y nuestro orgullo. Estamos aprendiendo en este camino de cuidar las unas de las otras, porque siempre hemos vivido “cuidando a los demás” de forma desinteresada. El proceso de la ancianidad y del cuidado también tiene sus etapas de discernimiento y ahí también vamos aprendiendo.

Animación misionera

En Europa no tenemos obras propias y eso en cierto modo nos hace más “libres” para vivir algo que llevamos en nuestro ADN de Misioneras Combonianas: la animación misionera. Con nuestra presencia y nuestro actuar damos visibilidad a realidades muy humanas que aquí escapan a los medios de comunicación convencionales. Hoy día se habla de que “la misión está en todos sitios”, pero a nosotras el Espíritu nos sigue llevando a las periferias, los marginados, las nuevas esclavitudes…

Muchas vivimos y experimentamos cada día el aspecto “martirial” de una Iglesia comprometida con los pobres. Somos muchas menos, pero el Espíritu nos indica que no quiere de nosotras proyectos, obras, acciones llamativas… el Espíritu nos sugiere que quiere de nosotras una respuesta a una pregunta: “¿Quieres seguir caminando?”. Nuestra respuesta como congregación ha sido “sí, contigo Señor, por dónde Tú nos lleves”, sin pedirle explicaciones.

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