El próximo 2 de junio, en México se renovarán la presidencia de la República, varias gubernaturas, senadurías y diputaciones, así como otros cargos de elección popular en diferentes estados del país.
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En esta coyuntura política, el gobierno ha anunciado que a todos los beneficiados con apoyos económicos (adultos mayores, madres solteras, discapacitados, campesinos e indigentes, jóvenes sin trabajo y estudiantes), no solo se les aumentarán las cantidades que de ordinario se les dan cada dos meses, sino que ahora les adelantarán el pago de cuatro meses (más de 12 mil pesos –unos 700 dólares–), precisamente antes de las elecciones.
Lo anterior lo denunció el cardenal Felipe Arizmendi, obispo emérito de san Cristóbal de las Casas, quien cuestionó: “¿Qué significa esto? ¿es justicia social y democracia, o demagogia y abuso de poder?”.
Y agregó: “Comprar a los pobres para que voten por un partido, es degradante e inhumano, pues los esclaviza y no se respeta su dignidad. Eso no es humanismo mexicano, sino dominio y control de conciencias por medio del dinero”.
Lamentó que muchas personas ni si quiera se den cuenta de que, con dinero, les manipulan. “Ya no votan por quien pueda servir mejor a la comunidad, sino por quien les da más dinero. El dinero puede corromper”.
El dinero debe servir, y no gobernar
Sobre la ayuda económica que ofrece el gobierno a los grupos vulnerables, el cardenal mexicano reconoció que se trata de una acción muy laudable, pues la sociedad debe ayudar a quienes más lo necesitan, “y todos debemos ser solidarios con ellos”.
Sin embargo –recordó– estos dineros, no salen de los bolsillos de las autoridades, sino de los impuestos que pagamos todos los ciudadanos, “y no deben usarse para comprar votos en tiempos electorales”.
Al respecto, el cardenal hizo alusión a una cita de ‘Evangelii gaudium’, del papa Francisco: “¡El dinero debe servir y no gobernar!” Y es que –dijo– el Papa ama a todos, ricos y pobres, pero tiene la obligación, en nombre de Cristo, de recordar que los ricos deben ayudar a los pobres, respetarlos, promocionarlos.
Concluyó: “Preguntémonos qué tanto somos esclavos del dinero, o administradores responsables para usarlo en bien propio y de la familia, así como de la comunidad, en particular de las personas con menos posibilidades. Y ayudemos a quienes reciben apoyos económicos del gobierno, a no esclavizarse a un partido, sino discernir quién puede servir mejor al país. Que su criterio para votar no sea quién les da dinero, sino quién es mejor persona”.