Medicina: ¿vocación o profesión?


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En el caso de los médicos jóvenes o estudiantes de medicina actuales, no sabría responder a esta pregunta. En mi caso y en el de la mayoría de mis compañeros, que comenzamos la carrera a finales de los años 70, seguíamos una llamada. Pensar que nos ganaríamos la vida con lo que estudiamos vino después. Había un fuerte componente de entrega, creíamos que sería nuestra forma de ayudar a los demás.



Esa convicción fue debilitándose con el paso del tiempo, pero nos ayudó a sobrellevar las incomodidades necesarias del periodo de aprendizaje, en forma de guardias agotadoras y largas jornadas de trabajo con un sueldo precario. Aun con altibajos y a través de dificultades y pese a nuestros propios defectos y limitaciones, hemos seguido sintiéndonos comprometidos con nuestros semejantes a través de la profesión.

Unos cuantos naufragios y conflictos

Ese sentido de entrega inherente a la medicina nos ha permitido sobrevivir a unos cuantos naufragios y conflictos. Más allá de todos ellos, estaban los pacientes a quienes debíamos cuidar, diagnosticar y tratar. Ese compromiso se encontraba más allá de las disfunciones institucionales, la falta de sueño, el cansancio de la guardia o la ausencia de perspectivas laborales.

Médico general

Es en este contexto donde se enmarcan las reflexiones y preguntas que se plantea una colaboradora de la más prestigiosa revista de mi especialidad, el ‘New England Journal of Medicine’, en la sección “Medicina y sociedad”. A lo largo de cuatro artículos sobre los que espero reflexionar en las siguientes entradas, los títulos anuncian temas candentes entre nosotros: ‘¿Qué quieren los médicos en formación?: el ascenso de los sindicatos de residentes’. ‘Sobre la vocación: de profesionales privilegiados a instrumentos del capitalismo’. ‘Estar mal mientras se hace bien: distinguir las incomodidades necesarias de las no necesarias en la formación’. ‘Más allá del daño moral: ¿podemos reclamar acción, convicción y alegría en la medicina?’.

Diálogo abierto

Estos artículos, como espero compartir con ustedes, plantean no pocas preguntas, la mayoría sin una respuesta homogénea y clara; inducen a una reflexión que espero sea válida también en otras esferas y profesiones, y dejan puertas abiertas a la discusión y el diálogo.

Recen por los enfermos, por quienes les cuidamos, por nuestro país y nuestro mundo.