El Papa ha invitado hoy a los seminaristas de Madrid a “poner a Dios al centro, es decir, para dejar que sea Él el cimiento, el proyecto y el arquitecto, piedra angular”. Así se lee en el discurso oficial que entregó a los 84 jóvenes que le escuchaban en la Sala Clementina del Palacio Apostólico del Vaticano, que estuvieron acompañados por el cardenal José Cobo y todo el equipo de formadores del Seminario Conciliar. Francisco optó por no leer el texto preparado y se decantó por mantener un diálogo abierto de cerca de una hora con los futuros presbíteros.
- WHATSAPP: Sigue nuestro canal para recibir gratis la mejor información
- PODCAST: Mujeres en los seminarios, antídoto contra el clericalismo
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
Francisco vertebró el documento en una reflexión de san Manuel González, el obispo malagueño que vivió entre el siglo XIX y el siglo XX y referente en el acompañamiento y formación de los sacerdotes. En concreto, el pontífice argentino recordó como el prelado soñaba con “un seminario en el que la Eucaristía fuera: en el orden pedagógico, el más eficaz estímulo; en el científico, el primer maestro y la primera asignatura; en el disciplinar el más vigilante inspector; en el ascético el modelo más vivo; en el económico la gran providencia; y en el arquitectónico la piedra angular”.
Abrazar a Jesús
Con este punto de partida, Jorge Mario Bergoglio no dibujó el perfil de presbítero que él quiere para la Iglesia, sino que puso la mirada más allá: “Dios quiere dar a su Pueblo pastores con el corazón, no aprendamos cosas de Jesús, abracémoslo, aferrémonos a él, para poder elevarlo a los demás”. Así, presentó la humildad como característica fundamental del sacerdote. Para el Papa, ser “manso y humilde de corazón” de Jesús es fruto de que él mismo se ha hecho “carne, tierra, hombre, humus por nosotros, por amor”.
A partir de ahí, les invitó a incrementar su confianza en Crito, “no sólo desde dentro, también desde fuera, en la obra, en los proyectos, abandonándolos a Jesús, el Señor será la gran providencia , debemos dejarnos plantar y ejecutar, sólo sigamos sus órdenes con dócilidad. de espíritu”. “Eso sólo se consigue con la adoración. Jesús — nos dice nuestro santo— nos hará de pedagogo, paciente, severo, dulce o firme según necesitemos en nuestro discernimiento”, apreció el Obispo de Roma.
El sitio de Dios
En esta misma línea, subrayó que “silencio, oración, ayuno, penitencia, ascesis son necesarios para liberarnos de lo que nos esclaviza y ser todo de Dios”. Es más, lanzó una advertencia: “Es necesario entrar en el desierto, por lo que es difícil para nuestro corazón, si está lleno de mundanidad, de cosas, por más que puedan llamarse “religiosas”, Dios no encontrará el sitio, ni nosotros llamaremos”.
“Queridos hermanos, tengan confianza en quien les ha llamado para esta hermosa tarea, y póstrense en adoración para poder construir con docilidad el templo de Dios en sus personas y en sus comunidades”, les invitó Francisco a los seminaristas, que concluyó sus palabras señalado que “cuando comulguen y algún día cuando celebren, no dejen de rezar por mí”.