Los católicos españoles sueñan con “cambiar la inercia de muchos años de una Iglesia que pone el énfasis en la administración de los sacramentos, a una Iglesia evangelizadora”. Es uno de los deseos que ha expresado los cerca de 700 participantes en el Encuentro de Laicos celebrado este fin de semana en Madrid con presencia de todas las diócesis y realidades eclesiales de nuestro país. Esta particular cumbre ha tenido como eje el llamado primer anuncio, eso es, cómo hacer llegar el Evangelio a una sociedad ya descristianizada que ya no conoce nada o casi nada sobre Jesús de Nazaret.
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La ponencia final, elaborada con las conclusiones y propuestas emanadas del trabajo realizado este fin de semana en diversos talleres y equipos de reflexión recoge el anhelo de que “la recepción de los sacramentos sea una consecuencia de ese primer anuncio y no una rutina pastoral”.
Romper muros
En un ejercicio de autocrítica, los cristianos presentes en esta cita se muestran convencidos de que “la conversión misionera a la que estamos llamados nos exige romper muros, inercias, costumbres, seguridades, explorar nuevos espacios, promover, en palabras del Papa Francisco, la cultura del encuentro”. “También reclama de toda la comunidad cristiana una buena dosis de imaginación, creatividad y audacia; nos sobra prudencia y nos falta una buena dosis de audacia”, exponen.
“El primer anuncio no es una tarea, no es una obligación, no es una acción, a través del primer anuncio vamos a un encuentro con alguien que nos espera; alguien con minúscula y Alguien con mayúscula”, se puede leer sobre la primacía de un “encuentro personal y renovado con Cristo” en un texto que fue presentado esta mañana por Jesús Úbeda, Responsable del área de Primer Anuncio de la Conferencia Episcopal Española; Jorge Botana, del equipo directivo de Misión Compartida de CONFER; y Eva Fernández, presidenta de la Acción Católica General de España e invitada en la asamblea del Sínodo de la Sinodalidad convocado por el Papa Francisco. Tras la ponencia final, el auditorio de la Fundación Pablo VI acogió la eucaristía de envío, que estuvo presidida por el cardenal arzobispo de Madrid, José Cobo.
Cambiar mentalidades
Con constantes referencias al magisterio de Jorge Mario Bergoglio, el documento hace una defensa cerrada, tanto de la sinodalidad como de la urgencia del discernimiento, con un subrayado especial a la necesidad de comunión eclesial, así como de un liderazgo laical. “El primer anuncio no se debe ver como una carga u obligación, sino como una misión”, se sentencia en el texto, desde el convencimiento de que “resulta imprescindible integrar el primer anuncio en la pastoral ordinaria”. “Ello exige cambiar mentalidades en lo personal, lo pastoral y lo estructural”, se deja caer a modo de recado a toda la comunidad eclesial.
Precisamente con la impronta del pontífice argentino, esta síntesis final plantea que sus palabras “para dejar salir al Señor, para no ser ‘carceleros’ de su mensaje de salvación, nos animan a salir para llevarlo a las personas allí donde están, a ir a su encuentro sin esperar a que vengan a nosotros”. Esto, se traduce, según los relatores del documento, en “excluir respuestas prefabricadas”: “Buscamos proponer, no pautar; alentar a cumplir con la misión que cada uno ha recibido de su realidad eclesial, no darnos un itinerario completamente marcado que ejecutar con rigurosa meticulosidad”.
Iniciación cristiana
“No existen recetas mágicas ni únicas para anunciar a Jesucristo, aunque a veces tenemos la tentación de buscarlas o pedirlas”, se expuso con contundencia ante los participantes de este particular ‘think tank’ de la Iglesia. Con esta premisa, se defiende que “cada realidad eclesial y cada realidad cotidiana tienen sus propias características y circunstancias, y cada persona es maravillosamente diferente”.
Sin embargo, aunque no se cita explícitamente a ninguno de los nuevo métodos de conversión de efervescencia emocional que se han extendido en estos últimos años en nuestro país, la ponencia final sí deja caer que el primer anuncio exige “no tanto a centrarnos en los números o a generar simplemente experiencias, sino a que trabajemos para que las personas que reciben el Anuncio se incorporen a una comunidad donde puedan seguir un proceso de iniciación cristiana y finalmente convertirse en discípulos misioneros que salgan a las periferias, tanto existenciales como materiales”.
Procesos colectivos
En cualquier caso, se aclara que “no se trata de iniciativas diseñadas jerárquicamente, sino de procesos impulsados colectivamente”. De la misma manera, se apunta que “tenemos la responsabilidad de discernir, en cada comunidad, qué metodologías se adaptan mejor a nuestras realidades y a nuestros hermanos”. “No buscamos un itinerario único, una línea recta y uniforme por la que todos debamos transitar”, recoge la ponencia final, con una apostilla justo después: “Eso sería encasillar al Espíritu y encerrar al Señor en cuatro paredes construidas a nuestra conveniencia”.
Eso sí, reivindica el papel aglutinador, que no de control, que ya están jugando en esta nueva aventura evangelizadora tanto el Consejo Asesor de Laicos y como el Área de Primer Anuncio de la Conferencia Episcopal, “donde estamos presentes miembros de todo el Pueblo de Dios de las diferentes diócesis, asociaciones y movimientos y desde los cuales estamos siendo capaces de generar sinergias, atentos a la luz del Espíritu, para confluir en el fin primordial de la Iglesia, que es la evangelización”.
Centro de la acción pastoral
Es más, el documento conclusivo de este Encuentro de Laicos explicita que, “desde la Comisión de Evangelización, Catequesis y Catecumenado de la Conferencia Episcopal se está promoviendo, de forma eficaz, un proceso ilusionante con el objeto de crear las estructuras adecuadas que permitan potenciar el primer anuncio y convertirlo, verdaderamente, en el centro de nuestra acción pastoral”.
Desde estas coordenadas y colocando el primer anuncio en el centro, los participantes en el Encuentro de Laicos consideran que se pondrán los pilares para “un mejor acompañamiento, consolidar procesos formativos y apuntalar la presencia en la vida pública”.
Atención a los excluidos
Pero, más allá de iniciativas pastorales varias, la síntesis comparte que el primer anuncio se forja “en lo cotidiano”. “Empieza en nuestro metro cuadrado más cercano: familia, compañeros de trabajo, vecinos, todas las personas que pasan a nuestro lado, sin distinción, ni exclusiones pueden recibir el anuncio y descubrir el Kerigma”, explícita un documento que habla de una “atención preferencial a pobres y excluidos” en esta tarea evangelizadora.
Junto a todos estos planteamientos, la ponencia final recogió en una lluvia de ideas las palabras más repetidas en los espacios formales y en los foros informales de este fin de semana de reflexión: Espíritu Santo, conversión personal y comunitaria, vida de oración, llamada, servicio, comunidad, corresponsabilidad, renovación pastoral, madurez laical, acogida, escucha, discernimiento, acompañamiento, parroquia, testimonio, alegría, envío, esperanza, para hoy, para todos….