“Las mujeres están más golpeadas por el desempleo, la brecha salarial, la temporalidad, la parcialidad, y su participación en la toma de decisiones de las empresas sigue siendo inferior”, denuncia Iglesia por el Trabajo Decente (ITD), con motivo de la celebración del Día Internacional de la Mujer el próximo 8 de marzo.
- WHATSAPP: Sigue nuestro canal para recibir gratis la mejor información
- PODCAST: Más procesos para el primer anuncio
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
La iniciativa Iglesia por el trabajo Decente (ITD) comenzó su andadura en 2014 y está formado por organizaciones de inspiración católica y congregaciones religiosas, entre las que se encuentran Cáritas, la Conferencia Española de Religiosos (CONFER), la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC), Justicia y Paz, la Juventud Estudiante Católica (JEC) y la Juventud Obrera Cristiana (JOC). Su objetivo es sensibilizar, visibilizar y denunciar una cuestión esencial para la vida de millones de personas: el trabajo humano y reivindicar el trabajo decente “hacia el interior de estas organizaciones, hacia la Iglesia en general y hacia la sociedad”.
Reconocer y redistribuir los cuidados
En su manifiesto, las organizaciones que forman parte de esta iniciativa subrayan que “el 8 de marzo es un recordatorio constante de la lucha incansable de las mujeres por la igualdad, la justicia y el reconocimiento en todos los ámbitos”. Entre los muchos aspectos pendientes para poder garantizar esa igualdad real y efectiva entre hombres y mujeres, ITD destaca el de los cuidados.
“Este papel tradicionalmente ha recaído en las mujeres y sigue sin valorarse ni reconocerse. Creemos que es imperativo que reflexionemos sobre la necesidad de reconocer y redistribuir equitativamente la carga de los cuidados”, señala ITD, al tiempo que reclama “políticas que respalden la conciliación laboral y medidas que fomenten la igualdad en el hogar y en el trabajo”.
Según recuerda su manifiesto, la igualdad de acceso y oportunidades en el ámbito laboral no solo beneficia a las mujeres, sino que también contribuye al bienestar general de la sociedad. “Los estudios demuestran que la diversidad en las empresas y organizaciones es ética y además económicamente rentable, ya que tienden a ser más innovadoras y resilientes. Invertir en la igualdad es un acto de justicia social y estrategia inteligente para promover el bien común”, señala.
Pobreza y desigualdad
A nivel salarial, la brecha género sigue siendo un “claro exponente de desigualdad”, al situarse en el 18,7%. A nivel educativo, el reto tampoco es menor. Según recuerda la iniciativa eclesial en su manifiesto, las mujeres “suelen estar vinculadas a estudios académicos o formación relacionada con los cuidados, como son la enfermería, el apoyo doméstico, la limpieza, la educación”. Además, “las mujeres que se encuentran en ámbitos lógico-matemáticos como son ingenierías, etc., en muchas ocasiones tienen que demostrar que son personas válidas y que merecen estar ahí”, apunta.
Por todo ello, las organizaciones que forman parte de ITD reclaman que “se fomenten las capacidades de cada persona, el acceso igualitario a una educación de calidad, desde la educación primaria hasta la formación profesional y universitaria, sin importar el género, como paso crítico para romper los ciclos de pobreza y desigualdad”.
“Para lograr avances significativos, es esencial que los gobiernos, las empresas y la sociedad colaboren en la implementación de políticas y prácticas que promuevan la igualdad. Solo entonces podremos alcanzar un futuro donde cada mujer, sin importar su origen o circunstancias, tenga la oportunidad de desarrollarse plenamente y contribuir al bien común”, apunta.