En su nueva obra, ‘España, terra incognita. El asedio a la democracia’ (Almuzara), escrito junto a Fernando Eguidazu, el exministro de Exteriores y actual eurodiputado del PP alerta sobre uno de los momentos más críticos de la historia española. Este libro, que complementa a ‘España en su laberinto’, ofrece una perspectiva esclarecedora sobre los desafíos que enfrenta el país en la actualidad.
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PREGUNTA.- ¿Cuál es la incógnita que quiere resolver con este libro?
RESPUESTA.- Hemos removido, hemos dinamitado todos los cimientos que hicieron posible la Transición. Una época de estabilidad y prosperidad como no habíamos conocido en la historia contemporánea y nos adentramos en unos mares sin rumbo fijo y sin cartas conocidas.
España polarizada
P.- ¿Todo iba mejor con el bipartidismo?
R.- No es necesariamente el bipartidismo. Hay países con fragmentación del mapa político, pero existe estabilidad porque todos los partidos políticos comparten y aceptan lo que Cánovas llamaba “las verdades madre”, los fundamentos de la Constitución: la unidad de España, el Estado de Derecho, la Economía de mercado, la pertenencia a Occidente, el europeísmo, como ocurre en Alemania. El problema surge cuando la fragmentación va acompañada de polarización y extremismo de derechas o izquierdas, representados por partidos antisistema. (…)
P.- ¿No repetirá en la lista de los populares para los comicios europeos del 9 de junio?
R.- Estoy a disposición de mi partido, pero, a mi edad, me convendría disfrutar un poco de la vida. El momento es muy malo y puedo seguir siendo útil desde aquí: charlas, conferencias o escribiendo libros. Los políticos no nos jubilamos, nos morimos.
Cristiano como Occidente
P.- ¿Qué opinión le merece el papa Francisco?
R.- Soy un hombre profundamente cristiano como lo son las raíces de Europa: la filosofía griega que respeta al individuo, el derecho romano, la solidaridad judeocristiana, la revolución papal que la gente ignora –el hombre tiene la obligación de adecentar el mundo a través del progreso–, los derechos humanos de la Ilustración que son profundamente cristianos e incompatibles con los regímenes que no reconocen la dignidad y la libertad, la universalidad… Occidente, sin la filosofía cristiana, no se puede entender.
Por otro lado, Francisco es la figura más antitética a la del Papa Ratzinger, pero ha abierto horizontes en la Iglesia que necesitaban ser explorados. Como jefe de Estado, ha cumplido con las expectativas de un pontífice, realizando constantes llamamientos a la paz. Me gustan muchas de las acciones que ha emprendido, como la inclusión en la Iglesia de personas que estaban excluidas, y valoro su compromiso con los llamamientos a la paz constantes. Además, sigue el ADN de un pontífice católico al ser profundamente ecuménico.