El papa Francisco ha recibido esta mañana en audiencia en el Aula Pablo VI a los miembros de la Confederación Nacional de Formación Profesional y Cursos de Actualización (CONFAP), una plataforma que aglutina a centros educativos eclesiales que tienen como referencia la Doctrina Social. Ante un nutrido grupo de educadores y jóvenes, el pontífice ha lanzado un alegato en defensa de una educación integral.
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El Papa admitió que los jóvenes, “siempre llenos de talentos y potencialidades, son también particularmente vulnerables, tanto por ciertas condiciones antropológicas como por diversos aspectos culturales del tiempo en que vivimos”. Entre las preocupaciones del pontífice se encuentra “los vientos de la dispersión y la degradación” ante la falta de empleo, “contratos precarios y mal pagados”, explotación laboral…
El bien común
De hecho, el Obispo de Roma aseveró que “hoy asistimos a una degradación del sentido del trabajo, que se interpreta cada vez más en relación con el beneficio y no como expresión de la propia dignidad y contribución al bien común”.
A la par, también alzó la voz contra el abandono escolar. “¡Es una tragedia!”, expresó Jorge Mario Bergoglio. Por ello, exigió “impulsar una legislación que favorezca el reconocimiento social de los jóvenes, es aún más importante construir un relevo generacional donde las habilidades de los que se van estén al servicio de los que se incorporan al mercado laboral”.
Riesgo de exclusión
A los docentes y responsables de los centros de formación profesional les encomendó “no perder de vista a nadie”, especialmente aquellos que “provienen de situaciones sociales desfavorecidas”. “No todos ellos han recibido el apoyo indispensable de la familia y de la comunidad cristiana”, advirtió el Papa sobre quienes “corren el riesgo de sufrir graves formas de exclusión, incluidos los migrantes”. “Aquellos que se sienten descartados pueden terminar en formas humanamente degradantes de dificultades sociales, ¡y no debemos aceptar esto!”, insistió.
“Una buena formación profesional es un antídoto contra el abandono escolar prematuro y una respuesta a la demanda de mano de obra en diferentes sectores de la economía”, recordó más tarde en su alocución. De la misma manera, compartió que “una buena formación profesional no se puede improvisar”, sino que exige un compromiso de la familia y una colaboración “sana” con las empresas.
En esta misma línea, alertó de dos polos que pueden darse ante los constantes descubrimiento: “Por un lado, la tecnofobia, es decir, el miedo a la tecnología que lleva a rechazarla; por otro lado, la tecnocracia, es decir, la ilusión de que la tecnología puede resolver todos los problemas”.