Rosa Ruiz
Teóloga y psicóloga

Mejor callarse


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No sé si a ti te pasa. A veces, no tienes nada que decir. O al menos eso sientes: no tengo nada que decir. Me pasa de vez en cuando. No es falsa humildad. Tampoco dejadez o falta de interés, aunque en ocasiones, hay gente que lo interpreta así.



Quizá, últimamente, nos hemos acostumbrado a tener todos una palabra, siempre y sobre cualquier tema. Como si eso fuera lo normal. Todos podemos opinar de casi todo y, a veces, da la sensación de que debemos hacerlo. De lo contrario, puedes parecer ignorante, distraído o displicente, como si no te importara lo que está pasando. Y no es verdad. Simplemente, no tienes nada que decir.

El silencio

Quizá, también hemos perdido el gusto por el silencio. El tuyo, el de cada uno. Y el silencio compartido. Estar contigo mismo en silencio, por dentro y por fuera y no tener necesidad de decir ni de hacer nada para sentirte presente. Estar con otros en silencio, por dentro y por fuera y no tener necesidad de decir ni de hacer nada para sentir que estamos juntos, que nos interesamos, que estamos bien.

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No tener nada que decir no significa que no esté pasando nada por dentro de uno. Solo significa eso: que no hay nada que decir y, por tanto, no hay que decirlo. No siempre hay que decir algo. Y acogerlo así, posiblemente pide una buena dosis de libertad, un alto desprendimiento de la imagen que queremos dar, y un sentirse más que a gusto con uno mismo. Sin complacencias. Simplemente, ahora no tengo nada que decir y no lo digo. No busco una frase hecha para rellenar el silencio, no empiezo a pensar temas posibles de conversación para que no parezca que soy asocial, no me incomoda no tener nada que aportar.

Porque, a veces, a fuerza de insistir en la valía de cada persona, en la originalidad propia y todo eso, nos hemos olvidado de que es igualmente digno saber que en ocasiones no tenemos nada que aportar. Hay otros. Les toca a otros. No es mi momento. Y creo, de corazón que, en esos momentos, no hay decisión más valiente y honesta que callarse.