Jorge Bustos: “No hay criatura más vulnerable que una mujer sin hogar”

El periodista Jorge Bustos

El subdirector del diario ‘El Mundo’ y destacado comentarista político en diversos medios de comunicación, además de autor de varios ensayos, ha lanzado su más reciente obra titulada ‘Casi: Una crónica del desamparo’ (Libros del Asteroide). En sus páginas, el escritor se adentra en el fenómeno del sinhogarismo, revelando las realidades de la vida cotidiana en el Centro de Acogida San Isidro (CASI), el mayor refugio para personas sin hogar en España.



PREGUNTA.- En su libro se adentra en la dura realidad del sinhogarismo…

RESPUESTA.- La realidad que trata el libro es dura de mirar, por eso apartamos los ojos. Pero el periodismo debe poner el objetivo donde los demás no lo hacen. Como tantos ciudadanos, yo experimenté un primer movimiento de rechazo ante el espectáculo de la miseria, pero me di cuenta de que estaba ante un asunto que me interpelaba. El rechazo también es un motor periodístico. ¿Por qué apartamos la mirada ante quienes han sufrido más que nosotros? Porque podríamos ser como ellos y no queremos verlo. (…)

Almas de 90 nacionalidades

P.- ¿Cómo es el CASI para quien no lo haya visto nunca?

R.- El teleférico cruza el Manzanares y, en su base, cerca de Ferraz, se levanta un enorme rectángulo de hormigón pintado de rojo, gris y naranja, y que lleva desde 1943 acogiendo a las personas sin hogar, a la gente más vulnerable. Con cabida para 260 almas con pernocta, se compone de un 70% de hombres y un 30% de mujeres, de 90 nacionalidades diferentes. Hay unos 60 en régimen diurno que solo van a comer o a actividades.

Las Hijas de la Caridad, que viven ahí desde su fundación, son enormemente respetadas por gente de distintas creencias –musulmanes, ortodoxos, judíos…–. Tienen misa diaria y asiste un buen puñado. La idea del CASI como un centro de carácter laico con la vocación religiosa y voluntarios trabajando juntos es perfecto. Además, se pone de manifiesto el Evangelio. Al margen de la fe de cada cual uno puede constatar la vigencia del mensaje básico del cristianismo: ayudar al prójimo.

La ley de la selva

P.- Un año en la calle es como diez fuera… Y para las mujeres más…

R.- Sí, algunas prefieren un único chulo agresivo para que les pegue solo un hombre. Me sorprendía conocer sus edades porque tenían menos años de los que aparentaban. La calle destruye. Cada día acelera tu deterioro físico y psicológico. No hay criatura más vulnerable en el mundo que una mujer sin hogar: el 100 % han sido violadas, agredidas… ¡es la ley de la selva! Lo que ocurre cuando nos metemos en la cama es peor que un frente bélico. Acaban perdiendo la esperanza de que les traten con dignidad. (…)

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