Los curas villeros renovaron su compromiso con el legado de Mugica

A 50 años de su asesinato, la organización que fundó destacó su visión y su prédica a favor de los más necesitados

En el marco de los homenajes por los 50 años del asesinato del padre Carlos Mugica, el equipo de sacerdotes de villas y barrios populares de la Argentina y de Familia Grande Hogar de Cristo, dieron a conocer un comunicado en el que reafirmaron su intención de caminar la huella de su fundador.



Los curas villeros sostuvieron que la opción preferencial por los más pobres es parte irrenunciable del Evangelio, señalada -además- en el magisterio universal y latinoamericano. Por eso, el trabajo de Mugica  por la justicia social y los más pobres, especialmente en el actual barrio que lleva su nombre (ex villa 31), era tildado como ‘comunismo’, motivo por el cual lo identificaron con el enemigo y lo asesinaron.

“Mugica dio la vida, señalando con su sangre la dignidad absoluta de toda persona humana, tan menospreciada en esta sociedad del descarte. Su prédica le recordó a la sociedad que los pobres existían, y cómo vivían, y que el Estado es una herramienta irreemplazable para lograr su integración social”, afirmaron los sacerdotes que trabajan en las comunidades populares.

Agregaron la necesidad de valorar positivamente la política, como la forma más alta de la caridad y búsqueda del bien común. “Sin la política, como herramienta de transformación de la realidad y consolidación de sus logros, a la caridad sólo le queda la beneficencia”, estimaron.

Modelo privilegiado

Otro de los temas que resaltaron es que, a 50 años de su muerte violenta, Mugica es para ellos un modelo sacerdotal privilegiado. A la luz de su legado, quienes trabajan en las villas y barrios populares del país, quieren recordar aspectos distintos sobre la ausencia del Estado.

En el año 2007, en el texto  “Reflexiones en torno a la urbanización y el respeto por la cultura villera” acuñaron el término “integración urbana”, refiriendo la incorporación de las villas a la sociedad urbana y el acceso a los derechos (agua, luz, cloacas, escuelas, centros de salud) de parte de la ciudad quien, a su vez, recibe el trabajo y las raíces culturales. Cuando el Estado de desentiende, la integración que tiene un tiempo, no se realiza, y las villas se favelizan, que es el caldo de cultivo de innumerables males. En cambio, cuando los procesos de integración urbana llegan a tiempo, pueden abrir calles, dotar de infraestructura; los barrios terminan integrados al tejido urbano.

En el mensaje, los sacerdotes manifestaron que no se puede desfinanciar la alimentación porque la ausencia del Estado hipoteca el futuro. “¡No se pueden cerrar comedores en este momento, con tanto aumento de precios, con tanta gente perdiendo el trabajo! El hambre no es psicológico ni ideológico, no se combate con relato y redes”, exhortaron.

El otro problema que remarcaron es sobre la temática de las drogas, que tiene dos polos para analizar. Para combatir el polo de la oferta es necesario implicar recursos para combatir el narcotráfico. Debe trabajarse proporcionalmente en el polo de la demanda, destinando recursos para recuperación de las adicciones de aquellos que no pueden pagar un tratamiento. Si el Estado está ausente, se multiplica la inseguridad porque se traduce en más robos y violencia. “Es mejor y más barato cuidar a nuestro pueblo”, agregaron.

Servir a Jesucristo y su Iglesia

Los curas villeros afirmaron que “a Mugica lo siguen matando”, en en el olvido de los más pobres, en la injusticia, en el hambre, en la ausencia del Estado, en el comercio indiscriminado de armas y drogas que se llevan la vida de tantos.

Finalmente, invocaron a la Virgen de Luján que siempre estuvo cerca de descartados para que Ella bendiga a la patria, y dedicaron al P. Carlos una promesa: “nos unimos a tu voz para gritar con fuerza que nada ni nadie nos impedirá servir a Jesucristo y a su Iglesia, especialmente a los más pobres”.

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