Alberto Royo Mejía, promotor de la Fe del Dicasterio para las Causas de los Santos
Promotor de la fe en el Dicasterio para las Causas de los Santos

Quince curas por un mundo mejor


Compartir

Ha pasado mucho tiempo desde que mi compatriota José de Calasanz quedó conmovido por el abandono de muchos niños y jóvenes por las calles de la Roma del siglo XVII y él -que como ya vimos en un principio había ido a Roma buscando hacer carrera eclesiástica- se puso manos a la obra para intentar solucionar este problema social y fundó la primera escuela para niños pobres. Sin embargo, dio comienzo a una sana tradición, en buena parte del clero de mi tierra, de preocupación por la que hoy llamamos pastoral social y que si bien entonces no tenía ese nombre específico, se veía como una consecuencia del celo pastoral. Algunos creen que hoy en día hemos descubierto una sensibilidad que en épocas anteriores no existía y sin duda, desde la Rerum Novarum de León XIII la Iglesia se ha acostumbrado a reflexionar y ha puesto en un lugar central estos temas. Pero dicha reflexión surge de la problemática concreta presentada a la sociedad por la evolución los tiempos modernos, mientras que la preocupación por los problemas sociales ha estado siempre presente en el quehacer de la Iglesia y en el ministerio de los sacerdotes.



No todos fueron así, algunos se dedicaron a otras muchas actividades y no faltaron los que se quedaron metidos en la sacristía, pero hubo algunos -entre ellos auténticos pioneros de la dedicación a hacer un mundo más justo- que merecen ser recordados. Es lo que quiero hacer hoy, pero como sería imposible recordar a tantos, para este artículo he escogido solamente a algunos curas españoles del siglo XX, destacados por su santidad (algunos han sido ya canonizados o beatificados, los demás son venerables o van camino da los altares), que desde su ministerio habitual realizaron una gran labor social.

Andrés Manjón (1846-1923)

Canónigo de la granadina Abadía del Sacromonte, un día, a finales de 1888, cuando pasaba ante una de las cuevas en el Sacromonte, oyó a unos niños gitanos analfabetos recitar el Ave María, lo que le llevó a iniciar su obra pedagógica con aquellos niños, acompañando en un principio a la maestra que les enseñaba. Allí mismo funda las Escuelas del Ave-María, su obra capital, a las que les dedica todo su dinero, su empeño y su tiempo. Allí comenzó don Andrés su obra que revolucionaría los métodos pedagógicos. Como han destacado los estudiosos de la pedagogía, dedicó todos sus esfuerzos y recursos económicos a la creación de centros docentes destinados a estudiantes marginados, preferentemente pobres y gitanos. En 1918 había escuelas del Ave María en 36 provincias españolas.

Manuel Pérez Arnal (1879-1946)

Fundó el primer sindicato de mujeres. Canónigo de la catedral de Valencia, en mayo de 1912 fundó el Sindicato de la Aguja con sólo diecinueve obreras, El sindicato creció agrupando a las obreras en los gremios, se abrieron escuelas nocturnas, se creó la mutualidad de enfermas, la caja de crédito, el taller de paro, la Cooperativa de la Aguja y la Cooperativa de las Casas Baratas Obreras Previsoras que construyó ciento cincuenta casas en tres barrios distintos de Valencia. En 1918 los gremios se constituyeron en sindicatos que agrupados formaron la federación local. Pronto se extendió su obra por las provincias valencianas y se constituyó la Confederación Regional de Sindicatos Católicos Femeninos que agrupaban un total de trece mil obreras y en el año 1936 contaba con más de cuarenta mil afiliadas. Para mantener el permanente apostolado católico social, más allá de la mera labor sindical, concibió una nueva institución religioso-seglar, la Pía Unión de las Activas.

Tiburcio Arnaiz (1865-1926)

Originario de Valladolid, cuando fue destinado a Málaga, además de ser un incansable misionero popular, se dedicó a visitar a los enfermos en casas y hospitales, a los presos, a las familias de los corralones y barrios más desfavorecidos… Su creatividad a la hora de paliar la ignorancia o el sufrimiento humano no conocía límites. En la calle Cañaveral, de Málaga, impulsó la construcción de una casa de acogida para señoras con pocos recursos, con más de treinta viviendas unipersonales. Promovió la apertura de la Librería Católica de Málaga y atendió con sumo interés algunas escuelitas y talleres de gente humilde. También, como hemos dicho, las cárceles eran objeto de sus desvelos; allí, tocaba con su predicación y caridad muchos corazones destrozados, algunos de los cuales, al salir, lo buscaban y el seguía ayudándoles.

Francisco González Metola (1903-1967)

Conocido como el Padre Jandilla, por la labor que realizó en la comarca de La Janda (Cádiz), que tiene unos 1600 kilómetros cuadrados. Realizó un censo que dio como resultado unas tres mil personas que vivían en chozas formando pequeños núcleos rurales, así como dos mil en chozas aisladas por el campo. Asumió el compromiso de ayudarles y fundó la primera escuela en una choza con paja de la laguna de la Janda, en el poblado de Libreros, así una por año, fundando y atendiendo las Escuelas y Misiones Rurales, tales como: Jandilla, Libreros, Nájara, Cantarranas, Los Badalejos, La Oliva, Zahora, El Palmar, etc., todas distantes de zonas urbanas, cubriendo también Barbate, y Larache, que era protectorado español. Por los años 40 no había penicilina en España, buscaba la forma de conseguirla y pudo salvar vidas, inyectándola cada tres horas durante varios días. En 1947 fundó el Patronato de Escuelas Rurales Católicas de Jerez de la Frontera, con 34 escuelas en zonas rurales, que abarcaban la campiña jerezana, Arcos de la Frontera y La Barca de la Florida. En 1949 pasaron al Ministerio de Educación, estando todas en funcionamiento.

Pedro Poveda (1874-1936)

Ordenado sacerdote en 1897 en la diócesis de Guadix, hizo vida misionera en las cuevas del pueblo homónimo, trasladándose a vivir a una de las cuevas. Aporta recursos, predica misiones populares y despierta la sensibilidad de toda la ciudad por la situación de indigencia de estos barrios, organizando las Conferencias de San Vicente de Paúl. En 1902, convencido de la importancia de la educación, fundó las Escuelas del Sagrado Corazón para niños y niñas pobres, aplicando los métodos de la Escuela Nueva contextualizados para aquella población, al estilo de las Escuelas del Ave María, del Padre Manjón. En Gijón, en 1911, abre una Academia Pedagógica para maestros y, preocupado por la promoción de la mujer, abre una Academia Femenina para estudiantes de Magisterio. Nombrado Capellán Real en 1921, se trasladó a Madrid, donde trabajó activamente en la Comisión Nacional contra el Analfabetismo con estudiantes y profesores, y con los marginados, en colaboración de María de Echarri, periodista y creadora de los sindicatos femeninos católicos.

José María Rubio (1864-1929)

De sacerdote joven, capellán de monjas, comienza su fama como excelente confesor y de su austeridad y horas de entrega generosa al trabajo, además de sus catequesis a niñas pobres, su entrega a los traperos o sus tandas de ejercicios. Después, como jesuita, su principal labor la ejerció en los suburbios más pobres de Madrid, en Usera y sobre todo en La Ventilla, donde los movimientos revolucionarios encendían ya a la clase obrera. Fundó escuelas para niños pobres, comenzó actividades de promoción humana, predicó la palabra de Dios y fue formador de jóvenes. En todo esto fue ayudado por los jóvenes maestros Juan y Demetrio de Andrés, conocidos como los «mártires de la Ventilla», asesinados durante la Guerra Civil. Fue también consejero de Luz Rodríguez Casanova, fundadora de las Damas Apostólicas, empeñadas como él en la solidaridad y evangelización de los más pobres.

Manuel González García (1877-1940)

Nacido en Sevilla, cuando llegó a Huelva como arcipreste, se dio cuenta enseguida de que había un gran número de niños sin escolarizar y dedicó sus primeros esfuerzos a involucrar a todos en la creación de escuelas. Surgió, primero, luego acondicionó los locales anejos al Santuario de la Cinta para escolarizar a los chiquillos de los asentamientos de los Chorritos alto y bajo, en las laderas del Conquero. Creó un Patronato de Aprendices, obra que él llamaba “su ojito derecho”, y una granja para los jóvenes que se orientaban al trabajo agrícola y ganadero. Se hizo presente entre los que habitaban todavía en las cuevas de los cabezos de la Cuesta del Carnicero y del barrio de San Sebastián, para conocer de cerca sus problemas y sufrimientos. Participó activamente en el horror que produjo el hambre entre miles de onubenses en el invierno de 1913 cuando la miseria se desbordó en la ciudad y más de 19.000 trabajadores dejaron de llevar el jornal a sus casas durante cuatro meses.

Un grupo de sacerdotes en la celebración de una eucaristía

Un grupo de sacerdotes en la celebración de una eucaristía

Posteriormente, su labor social continuará cuando es nombrado obispo de Málaga. Su ingente actividad hizo que no pasase desapercibido, y con la llegada de la República su situación se hizo delicada. El 11 de mayo de 1931 le incendiaron el palacio episcopal y tuvo que trasladarse a Gibraltar para no poner en peligro la vida de quienes lo acogían.

Pere Tarrès i Claret (1905-1950)

Médico de profesión y después ordenado sacerdote, en el año 1947, juntamente con su amigo el Doctor Gerard Manresa, médico especializado en infecciones del aparato respiratorio de gran fama y competencia, fundó la Clínica Sanatorio de la Mare de Déu de la Mercè que se instaló en el edificio que, actualmente, es la sede de la Fundación Pere Tarrés y que curó a muchas personas de familias sin recursos afectadas por la tuberculosis y otras enfermedades infecciosas. Pere Tarrés es icono luminoso de un pastor que se enfangó en la trinchera, al lado del enfermo moribundo, en la linde de la escucha en el perdón o embargado por la obra creadora en alabanza y contemplación. Médico, como san Lucas, de cuerpos y almas para el mundo de hoy.

José María Arizmendiarrieta (1915-1976)

Párroco de Mondragón, fue un auténtico pionero del cooperativismo. En 1943 creó una escuela politécnica, que dio lugar posteriormente a la Universidad de Mondragón, un centro educativo abierto a toda la gente joven de la región. La escuela se amplió rápidamente, con el apoyo económico de los vecinos de su ciudad y en ella enseñó a muchos de sus estudiantes en el desarrollo del movimiento cooperativista. En los años cincuenta, junto a algunos graduados de la escuela, fundaron la primera empresa cooperativa Ulgor, que pronto se amplió y diversificó convirtiéndose en Fagor y posteriormente creó Mondragón Corporación Cooperativa (MCC). Fue entonces cuando se creó la Caja Laboral Popular como sociedad cooperativa de crédito, que permitió a MCC llegar a ser el grupo empresarial más grande en el País Vasco.

Ángel Herrera Oria (1886-1968)

Como laico, fue fundador, junto con Ángel Ayala, de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas (ACNP) en 1910. En 1911 fundó la Editorial Católica, editora del diario El Debate en su segunda época, al frente de cuya dirección se mantendría durante veintidós años, y de otros diarios regionales. Durante la década de 1920, desarrolló una labor incansable de proselitismo y organización de las juventudes católicas, creando diversas organizaciones juveniles y estudiantiles. En 1926 creó la Escuela de Periodismo de El Debate, una de sus obras más reconocidas.

Ángel Ayala Alarcó (1867-1960)

Su primer destino fue en la Congregación mariana de los Luises de Madrid, con algunos de los cuales fundó en 1908 la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP) alentada por el entonces Nuncio de su Santidad, monseñor Vico, con el fin de despertar al adormecido catolicismo español de principios del siglo XX. Este órgano fue un vivero de nuevas ideas e instituciones: la Federación de Estudiantes Católicos, el Instituto Social Obrero, el Centro de Estudios Universitarios, la Editorial Católica, la Biblioteca de Autores Cristianos… Posteriormente, e 1939 a 1945 fue padre espiritual del Colegio jesuita de Areneros y creó las Escuelas Profesionales Labor.

Abundio García Román (1906-1989)

Terminada la guerra civil, el obispo de Madrid, Eijo Garay, le nombra consiliario de la Acción Católica del Trabajo y al poco tiempo asesor eclesiástico en la Delegación provincial de Sindicatos de Madrid. Su actividad apostólica con los trabajadores le causó muchos problemas. Las reacciones en contra suya fueron grandes tanto desde la Organización Sindical de entonces como de sus compañeros sacerdotes; pero él siempre se mantuvo fiel a la encomienda recibida de su obispo. Llevado por estas circunstancias y apoyado por su obispo, en julio de 1947, funda, junto con un grupo de seglares, las Hermandades del Trabajo como “un instrumento de recristianización del mundo del trabajo”. Lo característico de esta nueva Asociación radicaba en la conjunción de lo apostólico y social, por lo cual pretende promover humana, profesional y cristianamente a los trabajadores y hacerles apóstoles en los ambientes laborales.

Doroteo Hernández Vera (1901-1991)

Su vida sobresalió por el rendimiento que supo sacar de su ministerio en favor de los necesitados. Eran tiempos duros para las clases más necesitadas y Don Doroteo enfocó toda su energía en ayudarles. En 1942, a raíz del incendio de la ciudad de Santander, muchos niños de familias económicamente débiles, que habían perdido sus casas y algunos de los pocos colegios existentes, dejaban sus mejores años en las calles. Preocupado por esto Don Doroteo promovió la apertura de dos escuelas que les atendieran. Así comienzan en Santander, pagando de su pobre bolsillo de sacerdote, los gastos de aquella incipiente escuela. Pero además, fuera de Cantabria, fundó colegios para la gente sin recursos, la casa para madres solteras en Salamanca que acogía a madres que habían quedado embarazadas y por algún motivo no tenían una ayuda, la guardería de Madrid y otra casa en Sevilla. Puso en marcha el Albergue de la Merced para reclusas y, posteriormente, la Obra Social Asunción Sánchez en Coslada (Madrid).

Leocadio Galán Barrena (1910-1990)

Sacerdote diocesano de Badajoz, párroco de Alcuescar. Terminada la guerra civil quedaron muchas familias destrozadas y numerosos niños pidiendo por las calles y Don Leocadio se dedicó a pedir a los ricos a fin de dar cobijo y comida a los muchos jóvenes desamparados que acudían a él hasta tal punto que en el año 1940 creó la Formación Cristiana. Pronto comenzaron a surgir vocaciones sacerdotales que el párroco aprovechó formando un seminario en 1942, lugar que utilizaba también para dar clases particulares a los hijos de guardias civiles y a algunos otros jóvenes que pagaban por ellas. En 1949 comenzó su gran obra, la congregación de los Esclavos de María y de los pobres, que más tarde se llamaría Casa de la Misericordia.

Luis Zambrano Blanco (1909-1983)

Su primer cargo pastoral fue el de coadjutor, después párroco, de la parroquia de Ribera del Fresno. Allí fundó el instituto secular Hogar de Nazaret el 25 de diciembre de 1935, cuya primera gran obra fue la Casa de la Providencia, que acogió a personas con discapacidad y que sigue trabajando. También destaca el trabajo que realizan con inmigrantes, ancianos, mujeres maltratadas, marginados y la labor en las zonas rurales. Posteriormente, como sacerdote en Olivenza no sólo dio cultura a los niños y adultos, sino que ofreció el marco de una educación cristiana para niños, adolescentes, jóvenes y adultos. Con realismo, y teniendo en cuenta los años de escasez que se vivía en los primeros años de fundación de las escuelas parroquiales, se montó un comedor escolar donde se daba de comer al mediodía a los niños. En ese comedor, el domingo, día 23 de enero de 1949 tuvo lugar el famoso milagro por el que se multiplicó el poco arroz cocinado para los niños.