En el Día del Maestro en México, los obispos piden una educación integral y humana

La Conferencia del Episcopado Mexicano asegura que el tema educativo es fundamental y decisivo: “La educación es un punto de partida y de llegada, para consolidar un desarrollo humano, integral, fraterno y sustentable”

Profesora, alumnos, escuela

Este 15 de mayo se celebra en México el Día del Maestro, y a propósito de esta fecha de gran relevancia para la vida pública del país, los obispos apuntaron a la necesidad de una educación que sea integral y humana, así como de calidad y para todos.



En su mensaje, la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) aseguró que el tema educativo es fundamental y decisivo: “La educación es un punto de partida y de llegada, para consolidar un desarrollo humano, integral, fraterno y sustentable”.

Por ello, habló de la necesidad de que la educación sea integral, una “tarea de todos”, pues “los padres y madres de familia son los primeros responsables de la educación de sus hijos. La escuela es una importante institución que coadyuva en la formación de las próximas generaciones, en sinergia con otras iniciativas deportivas, artísticas y culturales”.

La CEM recordó que la educación debe formar a toda la persona, integralmente: su cuerpo y su espíritu (con sus respectivas facultades: inteligencia, memoria, afectos, imaginación y sentido común); su ser individual y social; su ser abierto a la participación de los valores más auténticos: la verdad, la unidad, la belleza y la bondad.

La Iglesia, “Madre y Maestra”

Todos estos valores -dijo la CEM- “están en crisis frente a una cultura que se queda con: ‘…lo exterior, lo inmediato, lo visible, lo rápido, lo superficial, lo provisorio… donde lo real cede el lugar a la apariencia‘”.

Por ello -refirió- “es muy importante enseñar a pensar, a sentir y a querer el bien, así como a implementarlo correctamente. No basta desear o tener la intención de hacerlo, sino que estos atributos humanos están llamados a ejercitarse, cada vez con mayor madurez, realismo y generosidad”.

La CEM hizo hincapié en que la educación debe ser también verdaderamente humana; promover y formar todo lo verdaderamente humano. “Se asoman en nuestra Patria algunos signos propios de la ‘cultura de la muerte’, que se traducen en formas de vida carentes de sentido, de consistencia y de valor. Una vida que se estructura en el uso de la violencia, la mentira, la amenaza, la extorsión, la impunidad, el abuso, no es digna de la grandeza del ser humano, quien está llamado al esfuerzo, a la entrega, al amor, al don de sí, al cuidado de todo lo humano y del ambiente natural”.

Y explicó que, por su parte, la Iglesia, que es “Madre y Maestra, seguirá ofreciendo su servicio educativo y cultural, a través de la evangelización, acompañando al ser humano concreto, en la búsqueda de las respuestas a las preguntas fundamentales sobre el sentido de la vida. La educación está en el centro de la ‘cuestión social’, en tanto nos permite verificar si el camino de la historia nos conduce a un auténtico sentido del desarrollo humano”.

Cultura de la evaluación educativa

La educación -apuntaron los obispos- debe ser de calidad; “requiere de una clara política pública, construida en el contexto de una verdadera democracia, es decir de la activa participación de los distintos actores de la educación formal y no formal, así como de adecuadas pedagogías, métodos, infraestructura educativa y material, pero sobre todo, de líneas operativas de acción que la hagan verdaderamente un servicio humano”.

No es suficiente -añadió- el otorgamiento de becas, ayudas en recursos económicos y materiales. “Éstos pueden ser necesarios, pero profundamente insuficientes para el correcto desarrollo del Sistema Educativo Nacional. Es urgente conformar una sólida cultura de la evaluación educativa, en bien de los niños, niñas, adolescentes y jóvenes. Sin duda, como todo lo humano, requerimos de instrumentos que siempre son perfectibles”.

“Es apremiante, también, fortalecer, de inmediato, el tan deseado Sistema Nacional de Educación, a partir de la generación de un sistema de información básico que nos permita una gestión integral, realista y con clara proyección hacia el futuro”.

La educación -señaló el episcopado mexicano- debe ser para todos. “Nos duele profundamente que todavía más de un millón de personas estén fuera del Sistema Educativo Nacional, sea por las consecuencias de la pandemia Covid-19, o por circunstancias de inseguridad, migración o de pobreza… estamos llamados a destinar los mayores y mejores recursos en bien de la educación”.

Solidaridad, afecto y gratitud para los maestros

Al dirigirse a los maestros de México, los obispos externaron su solidaridad, afecto y gratitud y consideraron urgente invertir en su capacitación, acompañamiento y cuidado, pues “son quienes comunican, transmiten y atestiguan todo conocimiento que nos hace nobles, conscientes, partícipes y sabedores de nuestra misión: amar esta Casa Común… nuestros maestros son los protagonistas de la educación en los centros educativos”.

Pidieron, tanto a los padres de familia como a los maestros, “salir al encuentro de nuestros jóvenes y adultos quienes necesitan reflexión y acompañamiento para decidir y cumplir con los respectivos deberes ciudadanos y democráticos”.

Hicieron un llamado a directivos de escuelas y universidades, a los medios de comunicación, a los distintos organismos de la sociedad civil, a los empresarios y a las Iglesias, entre otros ambientes, a “promover ejercicios de diálogo y encuentro, para hacer un discernimiento sobre las características y caminos que debe tomar el futuro de nuestra nación frente a los desafíos complejos que nos aquejan, principalmente en la construcción de paz, el cuidado del medio ambiente, la consolidación de un Estado de Derecho y un Sistema Democrático que suscite el ejercicio y cumplimiento de los derechos humanos de todos”.

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