Tribuna

Pascua, anuncio y denuncia por la Casa común

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Recientemente, pude participar en la campaña de Cuaresma de CCFD-Terre Solidaire, la ONG de cooperación internacional más antigua de Francia, para tejer lazos con comunidades del sur global en relación al cuidado de la Casa Común. Desde Maranhão (Brasil), viajé con Adriana, presidenta del Sindicato de Trabajadores y Trabajadoras Rurales de Açailândia.



Esta es la principal actividad de CCFD para dar a conocer en su país a las organizaciones que apoyan en el Sur, y también para recaudar fondos para más de 700 proyectos cada año. Es así como los católicos franceses hacen real el tercero de los tres pilares de la Cuaresma: oración, ayuno y donación.

Con la frágil Amazonía

Pero también es un momento importante para abrir los ojos de las sociedades europeas a las consecuencias planetarias de nuestros estilos de vida, traducidas muchas veces en injusticias sociales flagrantes en nombre del “desarrollo” y en devastación ambiental de los territorios. En nuestro caso, estas injusticias son cometidas por la extracción mineral y por la agricultura de gran escala para exportación. Y los territorios impactados forman parte de la emblemática y frágil Amazonía.

Este año, CCFD recibió aliados de Costa de Marfil, Senegal, Perú, Camboya, Líbano y Brasil. Cada uno recorrió una región francesa, en una programación intensiva organizada por los comités locales de voluntarios. ¡Son más de siete mil voluntarios en toda Francia! A nosotros nos tocó viajar a Languedoc-Roussillon y Vaucluse, algunas de las zonas con mayores índices de pobreza del país. Tuvimos la oportunidad de presentar nuestra realidad y nuestro trabajo en parroquias, escuelas, centros de inserción de inmigrantes y asociaciones comunitarias. También pudimos compartir con grupos de voluntarios y activistas implicados en cambiar las realidades en sus territorios locales, con un ojo en las consecuencias globales de sus iniciativas.

Niñas indígenas en Tierra Blanca, en la Amazonía peruana, afectada por unos vertidos petrolíferos en 2016. Foto: José Lorenzo

Actividades de sensibilización

En Avignon participamos en las actividades de sensibilización frente al abuso de los pesticidas organizadas por una entidad local. Les causó impacto escuchar los detalles de las consecuencias que el abuso de agrotóxicos en el monocultivo de soja causa a las poblaciones locales en Maranhão y el tamaño de la devastación ambiental para abrir nuevas áreas enormes sobre la Amazonía para este tipo de plantación, que solo busca exportar materias primas para la fabricación de piensos para el ganado chino y europeo. Saber que Francia y España están entre los principales importadores de la soja que expulsa comunidades de sus territorios tradicionales causa espanto. Oír que pesticidas que tienen su uso prohibido en Europa se continúan fabricando en Francia para exportar a Brasil, provoca horror e indignación.

En la diócesis de Carcassone compartimos con agentes de Cáritas Francia la situación generada por la mina de oro Salsigne, similar a los casos en nuestra Diócesis de Maranhao, donde se sacrifican comunidades y paisajes en nombre del lucro pasajero que genera la minería. Cuando el mineral se acaba, quedan territorios inhabitables, enfermedades incapacitantes y economías inviables. El arsénico extraído junto al oro se deposita en los alrededores, provocando tal contaminación que toda la zona se consideró impropia para la vida.

Aldeas enteras destruidas

La empresa abandonó la mina en 2004 y dejó aldeas enteras destruidas y enterradas, montañas de desechos tóxicos cubiertos con finas capas de tierra. Con la lluvia, montones de productos son arrastrados hacia los ríos y todo el valle se intoxica. La contaminación está llegando por el agua del subsuelo a ciudades grandes y lejanas, como Marsella. El agua contiene 450 veces más arsénico que el mínimo aceptado por la OMS.

El grupo local de Cáritas se encarga de concienciar a la población y de hacer incidencia política para que se busquen soluciones y se reduzcan los impactos a las personas y al medio ambiente. Por eso forman parte de la red “Iglesias y Minería”, en la que también está Justiça nos Trilhos desde su fundación en 2013 en América Latina. Aquí y allá, la Iglesia es profética y transformadora.

Una realidad amenazadora

Pero este viaje también fue una oportunidad para conocer de cerca iniciativas de superación o mitigación de algunos problemas globales, como el cambio climático. Un centro de investigación agrícola en Perpignan adapta variedades de fruta a las condiciones locales del sureste francés. Pero el ritmo del calentamiento global es más rápido del que los investigadores necesitan para probar y validar variedades adaptadas a condiciones más calientes. Cuando concluyen la evaluación de un nuevo tipo de melocotonero, que dura tres a cinco años, las medias de temperatura ya subieron demasiado por encima de las medias iniciales y la variedad ya no es la más recomendable. El cambio climático es una realidad muy tangible y amenazadora para los agricultores del Norte y del Sur del planeta.

Fue una oportunidad de constatar la importancia de que quien lucha por la Casa Común en el Sur camina en diálogo y sintonía con personas y grupos organizados del Norte, pues es aquí donde se toman decisiones que condicionan nuestras posibilidades de existencia allá. Así, pudimos dialogar sobre la importancia de la aplicación de leyes de debida diligencia (deber de cuidado) en Francia, para que las empresas transnacionales que operan en ambos países respondan por sus actos y garanticen que sus productos y servicios estén exentos de explotación laboral o degradación ambiental . Si conseguimos, en Brasil y en Europa, monitorizar el cumplimiento de esta ley, muchas violaciones de derechos y mucha destrucción de la Amazonia serán evitadas.

La Pascua nos recuerda cada año que oír el grito de los que sufren, y actuar en consecuencia, tiene sus riesgos. Pero también que los que un día son crucificados porque estorban sonreirán de nuevo. Denuncia y anuncio son inseparables, en Pascua y siempre.


*Xoán Carlos Sánchez, misionero laico comboniano, vive desde hace 25 años en Maranhão, Brasil, trabajando con la red Justiça nos Trilhos.