Diego Díaz Palomo: “La grandiosidad de El Escorial y su entorno hacen que el valor religioso perviva casi como un valor intrínseco inalterable”

El joven arquitecto publica un estudio sobre los cambios del entorno del monasterio fundado por Felipe II a lo largo de los años

El joven arquitecto Diego Díaz Palomo acaba de publicar ‘El Escorial en sus paisajes. Análisis fotográfico e histórico de la transformación del paisaje escurialense y la percepción del Monasterio’ (Libros.com, 2024), un sugerente estudio sobre los cambios del entorno de esta localidad madrileña a lo largo de los años. Esta obra, nacida a partir del trabajo final de la carrera, ofrece un curioso y diferente acercamiento de cuantos se han podido hacer al Monasterio de San Lorenzo de El Escorial. Y es que precisamente Díaz Palomo creció a los pies del monasterio y se puede decir que en parte este tuvo un papel en su vocación cultural y arquitectónica. El autor comparte ahora con Vida Nueva las claves para rescatar la naturaleza histórica y arquitectónica del monumento en su contexto y la significatividad de un espacio único.



Un acercamiento distinto

PREGUNTA- ¿Cómo encuentra un arquitecto un acercamiento inédito a un espacio tan estudiado como El Escorial?

RESPUESTA- El Escorial y sus paisajes tienen como punto de partida la búsqueda de un tema para desarrollar mi trabajo de fin de grado en arquitectura junto con mi tutor Javier García Gutiérrez-Mosteiro. Tras plantear diferentes opciones, todas relacionadas con el ámbito del patrimonio arquitectónico, surgió la posibilidad de recopilar un catálogo fotográfico del entorno escurialense de diferentes fuentes. Con este material, guiado por mi tutor y a pesar de mi reticencia a abordar “El Escorial” —dado que, bajo mi punto de vista, consideraba que ya estaba todo dicho sobre este lugar, más aún habiendo nacido y crecido en San Lorenzo de El Escorial—, empecé a clasificar las tomas por fecha y posición.

Pronto vi que el análisis que podía extraer de este material iba a dar lugar a un estudio o acercamiento al monumento que hasta la fecha no se había realizado, poniendo en valor el edificio no como un elemento protegido aislado, sino como el valor que el entorno aporta al mismo y cómo afecta a su percepción desde la transformación que el paisaje ha sufrido desde hace siglos, pero más concretamente desde finales del siglo XIX hasta la actualidad.

P.- Siendo de San Lorenzo del Escorial, ¿cómo definiría ese “paisaje” que tanto ha estudiado a través de los últimos siglos?

R.- Es difícil hacer una definición concreta del paisaje escurialense, y más desde el ámbito que yo he estudiado. Lo primero que debemos aclarar es que el paisaje ha sido transformado prácticamente desde el inicio de la construcción del monasterio, ya que lo primero que se llevó a cabo fue una gran plataforma para elevar el edificio. Más tarde, y como lo concibió Felipe II, debemos pensar en ese paraje donde se prohibió edificar y que únicamente la acción del hombre ha modificado con la presencia del monasterio y alguna edificación que servía de apoyo al mismo. Es este paisaje el que para mí tiene un mayor significado, ya que la relación entre arquitectura y naturaleza adquiere un sentido más profundo. El lenguaje utilizado por Juan de Herrera, lejos de lo que muchas personas puedan creer, pretende potenciar el paisaje y los elementos naturales frente al edificio, que inevitablemente tiene una fuerte presencia.

Esta relación se vio alterada con el reinado de Carlos III y la fundación del municipio de San Lorenzo, que permitió edificar junto al monasterio. Desde ese momento, la importancia del monasterio se ha visto mermada por un desarrollo urbanístico que, si bien pudo iniciarse con buen criterio, en los últimos años ha afectado de manera muy negativa al valor patrimonial del paisaje y del monumento en sí. No obstante, quienes vivimos en este lugar y quienes nos visitan sabemos que el entorno paisajístico escurialense es un verdadero privilegio, donde se puede encontrar la paz o a uno mismo, digno de ser protegido para el disfrute no solo nuestro, sino también de quienes nos precedan.

Frente al crecimiento desmesurado

P.- Quién visita hoy el Real Sitio contempla al acercarse el gran crecimiento urbanístico que afecta al propio patrimonio, ¿qué mensaje nos lanza al respecto su estudio?

R.- El principal mensaje que pretendo lanzar es una reflexión respecto al crecimiento urbanístico desmesurado, que tiene como única premisa el fin económico sin valorar otra serie de aspectos que, en un lugar como San Lorenzo de El Escorial, deberían, si no ser los más importantes, al menos ser vinculantes a la hora de planificar el crecimiento urbanístico en un entorno protegido.

En el mismo sentido, y siendo consciente de que hay acciones que no tienen retorno, pretendo hacer una reflexión sobre aspectos que podrían ser recuperables y, sobre todo, potenciar la percepción del monumento desde los valores que lo concibieron.

P.- ¿Qué peculiaridades ha descubierto analizando las fotografías existentes?

R.- He descubierto muchas curiosidades o aspectos que incluso para mí, o para gente que ha vivido siempre en este lugar, pueden suponer un hallazgo. Por ejemplo, parece que el único aspecto que ha modificado la percepción del monumento es el crecimiento urbano y las edificaciones, pero en las imágenes puede observarse cómo la vegetación también ha jugado un papel determinante en cómo se observa hoy en día el monumento. También es relevante cómo el propio monumento en sí, o su entorno más próximo, ha sufrido cambios en algunos de sus elementos, como las cubiertas de los edificios, el cambio de colores de carpinterías o, por último, los medios de transporte y sus infraestructuras.

Valores religiosos

P.- ¿Cómo ha evolucionado en esa transformación del paisaje el papel del monasterio y la iglesia?

R.- En este aspecto, sí creo que merece la pena comentar que fue el prior del monasterio, de la orden de los Jerónimos, los primeros en establecerse en El Escorial antes de la actual orden de los agustinos, quien se enfrentó al propio rey Carlos III para salvaguardar los principios de la carta fundacional de El Escorial, donde el rey Felipe II prohibía edificar en todo el entorno del monasterio. Tras largas disputas entre el prior y el rey, fue el rey quien salió ganando, rompiendo así con los valores fundacionales de Felipe II, incluido el valor religioso que este había dado al lugar. Quizás el prior sí entendía este lugar como el lugar sagrado que había concebido el rey en su fundación y temía que el desarrollo de un núcleo en torno al monasterio tuviese como consecuencia la pérdida de su significado o valor religioso.

Como comentaba antes, la idea inicial del arquitecto Juan de Herrera, que de por sí era un erudito y conocedor de varias ciencias, pretendía prevalecer el potencial del paisaje y la naturaleza frente al edificio. Tal es así que hay espacios que se conciben como una auténtica escenografía en la que el paisaje juega un papel determinante. Si esta idea la vemos con los ojos de lo religioso, estoy seguro, y lo digo como creyente, de que el rito en sí en ese edificio exento en el paisaje, que además es unión entre montaña y dehesa, debía ser un auténtico privilegio capaz de remover algún que otro sentido.

No obstante, diré que la grandiosidad de este edificio, sus espacios y el entorno que lo rodea hacen que el valor religioso perviva casi como un valor intrínseco inalterable.

P.- Como joven arquitecto, ¿qué elementos no se deben descuidar en la preservación de El Escorial para conservar su esencia?

R.- Hay varios elementos que creo que deberían cuidarse. En primer lugar, el tipo de crecimiento urbanístico y la calidad de la arquitectura que se está llevando a cabo. Es preocupante cómo en los últimos años hemos visto edificaciones de nueva planta sin ningún tipo de respeto o criterio patrimonial hacia el entorno. Los edificios de nueva construcción no están exentos y deberían mantener una relación respetuosa con lo existente, especialmente en un entorno declarado Patrimonio de la Humanidad.

Por otra parte, la protección del medio natural es fundamental. No se puede entender el Monasterio de El Escorial sin su relación con el paisaje y el medio ambiente, y desafortunadamente cada vez existe un mayor riesgo de incendios forestales y una falta de cuidado y medios para preservar el medio natural.

Estos son, para mí, los dos principales aspectos que deben cuidarse. Evidentemente, no son los únicos y están vinculados con otros aspectos, como la exigencia de rehabilitar edificios históricos abandonados, el cuidado de parques y entornos urbanos, o el tipo de turismo y visitas que se fomentan en el monumento y su entorno.

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