Sin vuelta atrás. Turquía culminó la transformación en mezquita de una de las iglesias bizantinas más antiguas de Estambul: San Salvador de Cora, que abría sus puertas como museo desde 1945 con sus imponentes frescos del siglo XIV dedicados a la Encarnación de Cristo, el Juicio Final o la vida de la Virgen. Los cuatro años transcurridos desde el anuncio del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, en los que se ha procedido a la restauración de una de las joyas de la antigua Constantinopla, no han servido para revertir la polémica decisión, pese a los intentos del Gobierno griego y la Unesco; un capítulo más en el “renacimiento islámico” que descose la visión culturalista de Mustafa Kemal Atatürk.
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La apropiación de San Salvador de Cora no es única. Ocurrió en 2020 con el más famoso templo cristiano de la ciudad: la basílica de Santa Sofía, transformada en mezquita. Pero también, en 2011, con la iglesia de Santa Sofía de Nicea –sede del Segundo Concilio de Nicea (787)– o, en 2015, con Santa Sofía de Trebisonda, magnífico edificio del siglo XIII. Como ya se ve en San Salvador de Cora (nueva mezquita de Kariye), enormes telones blancos ocultan mosaicos y frescos, incluida la cúpula con el medallón de Cristo sosteniendo los evangelios. Similares a los que velan el famoso mosaico de la Theotokos de Santa Sofía.
Ya en diciembre de 2020, la Sociedad Española de Bizantinística (SEB) alertó de que la conversión en mezquita de Santa Sofía y de San Salvador de Cora suponía poner el “legado bizantino en peligro”. Así lo señala Manuel A. Castiñeiras, catedrático de Historia del Arte de la Universitat Autònoma de Barcelona: “La reconversión ha sido vista como un paso atrás en la revalorización y tutela del patrimonio bizantino en Turquía, así como un acto que empaña el legado multicultural y multirreligioso que caracterizó durante siglos la historia del Mediterráneo oriental”.
Controvertida decisión
La SEB –con sede en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)– tiene como fin promover el estudio científico y el conocimiento de la civilización bizantina, es decir, la civilización cristiana de tradición y lengua griega que se desarrolló en el área del Imperio romano de Oriente, con capital en Constantinopla. El Boletín nº 36, coordinado por el propio Castiñeiras, incluye ocho artículos académicos que examinan la “controvertida decisión del gobierno turco”, además de repasar “la historia de estos monumentos tan significativos, su inconmensurable valor artístico y el conflicto que la tutela de obras de arte puede generar en el contexto actual”.
Castiñeiras alerta: “Lo que parecía imposible se ha hecho realidad –escribe–. Llenos de consternación, bizantinistas, amantes del arte y turistas de a pie han podido acceder a las impactantes imágenes de la nueva mezquita de Santa Sofía con metros de alfombras cubriendo su soberbio pavimento marmóreo y pantallas correderas que ciegan durante los rezos la gigantesca Madre de Dios de cinco metros que corona desde la época del patriarca Focio el cascarón del ábside de la que fuera un día la Gran Iglesia de la Ortodoxia”.