Rafael Salomón
Comunicador católico

Dejar el sacerdocio


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Amo a la Iglesia y deseo servir, pero ahora siento que me ven como un desertor”.



Recibí un correo electrónico que expresaba lo siguiente: “He leído el artículo que has publicado en Vida Nueva Digital (Hijos, ¿de sacerdotes?); me ha gustado mucho. En mi caso, soy un exreligioso, hace pocos meses me retiré porque deseo formar una familia; tengo 38 años y tenía 3 años de ordenado. Para mí también es una decisión muy dura pero la he decidido afrontar”.

Me contacté con él y le solicité su permiso para dar a conocer su situación y así, dar luz a quienes han dejado su vocación. Las respuestas que a continuación leerás han sido respetadas sin mover una sola coma y cuidando su anonimato.

PREGUNTA.- ¿Cómo fue tu llamado a la vocación?

RESPUESTA.- Crecí en la fe, desde niño me sentí identificado con mi parroquia, la fe para mí y para mi familia ha sido y es el eje desde el que nuestra vida se ordena. Siempre sentí mucha admiración por los sacerdotes, por los servidores del Señor. Cuando había terminado mi carrera y tenía una cierta experiencia laboral, decidí dar el paso y entré al seminario. Siento que tenía un buen deseo, apertura para entregarme, deseo de servir a los demás. El proceso de discernimiento vocacional no fue el mejor, creo que me faltó algo de acompañamiento, tuve algunos encuentros y un par de charlas con el párroco, luego me dijo que si estaba dispuesto a entrar y lo hice sin dudar.

P.- ¿Qué sentiste cuando te ordenaste?

R.- Sentí que estaba terminando una etapa de mi vida y estaba comenzando otra. Creo que no tenía la convicción profunda de que estaba en mi vocación, el espíritu de servicio lo conservaba intacto y en ese momento creía que el sacerdocio ministerial era la mejor manera de servir a Dios y al prójimo. Considero que no fui sincero conmigo mismo al dar este paso, me faltó cuestionar mis inquietudes, verlas con detenimiento, atender aquello que no calzaba.

“Me di cuenta que mi vocación era la familia”

P.- ¿Hubo algo que no te convencía durante tu camino vocacional?

R.- Creo que el tema de la familia fue el que me sostuvo durante la etapa del seminario y el que finalmente me ayudó a darme cuenta que no era mi vocación cuando decidí retirarme. Me explico. Cuando entré al seminario, el espacio era muy cuidado, la oración, clases, trabajo, deporte, todo era estar junto con los demás seminaristas, con la gente de la parroquia, era una vida llena de amistades profundas que me hacían sentir una estabilidad afectiva dentro de una familia de fe.

Sacerdote

Sacerdote. Foto: Unsplash

Sin embargo, el camino del sacerdocio es muy distinto a la formación del seminario, al terminar mi formación me encontré en otro escenario distinto, los hermanos en el sacerdocio, incluyéndome, estábamos todos inmersos en el mundo de la pastoral, las comunidades que atendemos son pasajeras, en un momento estamos en un lugar y en otro momento estamos en otro. Aquí fue donde vi que no podía más, cuando mi soledad me pesó tanto que me di cuenta que necesitaba vínculos firmes y estables en mi vida. Así volvió el antiguo fantasma, la inquietud de una familia, esta vez me lo tomé en serio e inicié un proceso psicológico donde me di cuenta que mis motivaciones vocacionales eran nobles pero no auténticas, me di cuenta que mi vocación era la familia. Quiero aclarar que no salí teniendo una novia.

P.- Decidiste dejar el camino que habías elegido ¿cómo te sientes?

R.- Creo que no me he equivocado con mi decisión, me siento en paz. Creo que el proceso espiritual y psicológico que hice para retirarme me ayudó mucho a crecer, a madurar, entenderme y verme desde una óptica más auténtica y sincera, delante de Dios y de mí mismo. Por otro lado, dejar el sacerdocio implicó un verdadero luto, entré en depresión, me llené de incertidumbre, pues iniciaba la vida de nuevo y no sabía cómo afrontar lo que ahora tenía de frente.

P.- ¿Cambiarías algo en esta decisión?

R.- No, estoy en paz. Voy a misa y le doy gracias a Dios por el don de la fe, por vivirla.

P.- ¿Qué le dirías a quienes tienen alguna crisis vocacional?

R.- Que afronten lo que llevan de manera auténtica, que se dejen acompañar.

P.- ¿Te sientes incomprendido por la Iglesia católica?

R.- Creo que el tema de la misericordia que ha abordado tanto la Iglesia recientemente debe entenderse en todo sentido, la misericordia debe aplicarse a toda persona en una situación vulnerable, debemos ser misericordiosos también con nosotros mismos. Una decisión como la que he tomado es muy mal vista dentro de la Iglesia, dentro de la feligresía y el clero. Ingenuamente pensé que contaría con la comprensión y el apoyo de mi Iglesia, en realidad no me he retirado por nada malo, pero no ha sido el caso.

Siento que se lleva un estigma, los demás hermanos sacerdotes dejan de comunicarse, en ocasiones los superiores se olvidan un poco de aquél que ya no está. Creo que ha sido la práctica desde siempre dentro de la Iglesia, pero esto debe cambiar, definitivamente que se debe seguir acompañando a la persona, verla con los ojos de Jesús, apoyarla en su proceso de transición. Es muy difícil salir al mundo, con cierta edad, a comenzar desde cero. Más aún cuando la familia nuclear ya no está o no lo espera y no se cuentan con recursos económicos ni habilidades profesionales para defenderse en el mundo laboral.

Gracias por compartir esta realidad, elevemos nuestras oraciones por nuestros hermanos que deciden enfrentar con valentía sus decisiones comprendiendo los retos y dificultades que se presentan al dejar su vocación.