Enrique Lluc
Doctor en Ciencias Económicas

A propósito de las desigualdades mundiales


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Esta semana no voy a hablar de la pobreza mundial, como hice la pasada semana, sino de las desigualdades. Repasando datos para una conferencia tuve una sorpresa que paso a comentar. Hace unos diez años tomé los datos de 2012 de la renta per cápita de los países que el Banco Mundial considera como de ingresos bajos, medios y altos. Vi, en primer lugar, las diferencias que existían entre aquellos que tenemos más y aquellos que tienen menos. En segundo lugar, con las cifras de crecimiento hice unas proyecciones sobre lo que podrían ser las rentas de estos países en 2022 y sobre cuántos años necesitarían los de bajos y medios ingresos para ponerse a la altura de los más ricos si mantenían los tres grupos sus tasas de crecimiento constantes. Por último, calculé el crecimiento que necesitaban tener para alcanzar a los de rentas altas en 50 años.



Me sorprendí cuando vi que los datos reales de 2022 no diferían sustancialmente de lo que habíamos calculado hace unos diez años. Tal y como preveíamos, las diferencias absolutas entre los ingresos medios de los países de ingreso medio y bajo con respecto a la de los países de ingresos altos se han incrementado en estos diez años. En concreto, una diferencia de ingreso anual en 2012 de 36.973$ entre quienes viven en los países más pobres y los más ricos se convirtió en 2022 en 50.795$, y la que de 30.518$ entre los países de ingresos medios y altos ha pasado a ser de 39.479$. Era lo previsto, que las desigualdades se incrementasen. Dejo para la reflexión el considerar si el crecimiento mejora a todos por igual o si nos beneficia, sobre todo, a los algo más de 1.200 millones (de los casi 8.000 que somos en el planeta) que vivimos en los países más ricos.

Una mujer pasa por delante de una tienda de lujo en Madrid en la que un pobre pide a la puerta

Pero las cifras no se quedan aquí, sino que las posibilidades de que los países de ingreso medio y bajo se acerquen y logren unos ingresos medios similares a los de las naciones más ricas empeoran también. Si en 2012 los de ingreso bajo necesitarían 116 años para alcanzar a los de ingreso alto y los de ingreso medio 54, con las cifras de 2022 estas cantidades pasan a ¡¡¡567!!! en el primer caso y a 186 en el segundo, y esto, a pesar de que su crecimiento económico se está comportando bastante bien en estos grupos de países (3,4% y 3,6% anual respectivamente). Lo mismo sucede con las tasas de crecimiento que tendrían que tener estos países para poder alcanzar a los países de ingresos altos en 50 años.

Las diferencias no se aminoran

No parecen buenas noticias, ni parecen corroborar la idea de que el crecimiento económico beneficia siempre a los que menos tienen y que permite que las diferencias y las desigualdades de renta se aminoren. Al contrario, poner toda nuestra confianza en el crecimiento económico, lo único que logra es que las desigualdades absolutas se incrementen y las posibilidades de una convergencia se alejen.