Tribuna

Está y… es ruptura

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Oíd, Mortales, el grito sagrado: ¡Libertad! ¡Libertad! ¡Libertad! ¡Oíd el ruido de rotas cadenas: ved en trono a la noble Igualdad! (López y Planes, Vicente & Parera, Blas – Himno Nacional Argentino, s.f.)



En Argentina, en Mayo se recordó la ruptura de un sistema de gobierno virreinal y el comienzo de un nuevo proceso de emancipación (1810) que seguirá con la declaración de la Independencia (1816), y finalmente a la creación de una Constitución en 1853. Fue un proceso de cambio que comenzó con una ruptura no solo política, sino que afectó a toda la identidad de este pueblo. Hay acontecimientos y personas que rompen con una tradición y generan nuevos paradigmas.

En el día de la Celebración del Corpus Christi, la fe nos invita a recordar (pasar por el corazón) el quiebre que se da en la Institución de la Eucaristía que Jesús realiza.

Ruptura con el legalismo: el Dios de las fiestas

“El primer día de la fiesta de los panes Ácimos…” (Mc. 14, 12)

En el texto del Evangelio citado comienza con una ubicación temporal y social. Es el primer día y de una fiesta. La Cena Pascual en donde se realiza la institución de la Eucaristía la podríamos interpretar como aquel acontecimiento que se transforma en nuestro primer día, es decir, en ese hecho que realiza una ruptura en la forma de ser y cómo nos configuramos con el misterio que celebramos. La Eucaristía es el signo que nos recuerda y configura con el Dios de las fiestas, porque su institución fue en una festividad. Ella nos presenta a un Dios que asume lo cotidiano y lo humano (la fiesta, el pan, el vino). ¡No es un Dios prohibitivo!

Si la fe cristiana se presenta como el camino del “No”, evidentemente necesitamos que la perspectiva eucarística nos rompa los esquemas, estructuras, pensamientos, espiritualidades, ritos, costumbres, etc., que no la expresan acabadamente.

Ruptura con el espiritualismo: Dios quiere

“los discípulos dijeron a Jesús: ¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la comida pascual?” (Mc. 14, 12)

En esta narración no cabe duda que Jesús nos revela un deseo de Dios: comer entre y con los seres humanos. Esta perspectiva es una ruptura con las tradiciones religiosas en donde lo divino no está entrelazado con lo humano, donde se distingue profano de sagrado, donde algo no es apto para que lo divino obre. En la Eucaristía, podemos encontrar un Dios que comparte con la humanidad sus encuentros festivos y nutritivos, que son a su vez, sociales, de fraternidad, intimidad familiar y amical… Estar en torno a la mesa es compartir la vida con quienes consideramos cercanos (Curia, Christian, 2006).

Los discípulos con la pregunta que le hacen, nos revelan que Dios quiere, desea, anhela, etc., celebrar con las personas e invitarnos a colocarnos en torno a la mesa, en torno a él.

Si la fe cristiana es presentada como aquella expresión religiosa que pone condiciones para ubicarse al lado de Dios, o para recibir algo de él, evidentemente, se necesita una conmoción que rompa esquemas y estructuras que creen que lo que hemos establecido es más fuerte que los criterios de Dios. Y justamente, el texto de Marcos, habla de preparar el lugar, no de poner condiciones para que las personas ingresen, participen, celebren y coman…Y no habla de la comunión espiritual, porque para Dios no hay división, sino unidad en la diversidad, hay unión entre materia y forma, entre sustancia y apariencia… El Dios de la Eucaristía no es esquizofrénico que te deja recibir los efectos, pero no la materia.

Ruptura con el eclesiocentrismo: la comensalidad abierta

“Él envió a dos de sus discípulos, diciéndoles: Vayan a la ciudad; allí les saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua. Síganlo, y díganle al dueño de la casa donde entre: El Maestro dice: ¿Dónde está mi sala, en la que voy a comer el cordero pascual con mis discípulos? Él les mostrará en el piso alto una pieza grande, arreglada con almohadones y ya dispuesta; prepárennos allí lo necesario” (Mc. 14, 13 – 16)

Frente a una sociedad estamental en la que unos no se podían juntar con otros. Jesús rompe esa perspectiva. En el texto de este Domingo del Cuerpo y Sangre de Cristo, se relata que envía a dos para que un tercero salga al encuentro de ellos y a quien seguirán para que les indique el lugar. Sorpresa del Evangelio, no es el hombre quién sigue a los apóstoles ni son ellos los que dicen dónde se celebra. Ruptura profunda para una mirada eclesiocentrista que piensa que la gente tiene que seguirla o que tiene que hacer lo que le dicen. Marcos nos presenta que es la vida, el otro, los demás, el Otro quienes le dicen a la Iglesia dónde celebrar y no al revés… paradoja del Evangelio.

Y el lugar indicado es grande, con almohadones… y allí se lleva lo necesario: aquello que usaban para celebrar la pascua y la fiesta de los panes ácimos. El lugar es amplio, la mesa grande… La eucaristía es la celebración de la comensalidad abierta donde todas las personas son bienvenidas, recibidas, acogidas. ¡Todas! Si por algún motivo, la religión cristiana se presenta como aquella donde algunos o uno establece reglas para que otros no formen parte o no sean incluidos (Mentalidad de ghetto), eso quiere decir que la Eucaristía nos tiene que romper el paradigma desde donde comprendemos la fe, la vida, el ser iglesia, etc., porque evidentemente, nos seguimos ubicando en el centro.

Ruptura con lo estático: El Dios del gerundio

“Y mientras estaban comiendo, dijo” (Mc. 14, 18.20)

Algunas perspectivas religiosas platean que hay que dejar de hacer lo cotidiano para encontrar a Dios. En la Eucaristía, Marcos nos presenta que Dios se revela “mientras se hace lo cotidiano”.

En la celebración del Corpus Christi, celebramos y revivimos que Jesús está sinodalmente caminando y actuando en la cotidianeidad de la existencia. El Dios de Jesús, no es separatista, sino que lo cotidiano es lugar de revelación.

Si por algún motivo, como iglesia seguimos con un discurso, gestos, acciones en donde lo humano se opone o se separa de lo divino, la Eucaristía nos rompe la cosmovisión y nos ubica en lo diario de la vida: en aquella época fue en los elementos de la dieta mediterránea y en las festividades de un pueblo (Pikaza, Xabier, 2005, págs. 55-88; 109-124). Si por alguno otro motivo, seguimos predicando que para que Dios actúe hay que dejar de hacer lo que se estaba haciendo, la Eucaristía rompe esa perspectiva porque “mientras comemos” él se hace presente.

Ruptura con el lucro: El Dios Gracioso

“Jesús tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: Tomen, esto es mi Cuerpo. Después tomó una copa, dio gracias y se la entregó, y todos bebieron de ella. Y les dijo: Esta es mi Sangre, la Sangre de la Alianza, que se derrama por muchos” (Mc. 14, 22-24)

A las posturas en donde se afirma que a Dios hay que darle lo mejor, él asume y toma lo cotidiano: pan, copa.

Mientras se predica que “hay que, tenemos que, se debe, etc.,” en la Eucaristía se presenta a un Dios que “da”: “Tomen y coman… Tomen y beban”.

A las ideas de sacrificios, en el relato de la institución se nos presenta a un Dios que “da gracias”. “La eucaristía no es, por tanto, al menos en principio, un sacrificio expiatorio, ni un ritual de perdón, sino el signo supremo de la vida y esperanza que brota de la entrega de la vida. Jesús no estuvo obsesionado por el pecado de los hombres, sino transfigurado por el Reino” (Pikaza, Xabier, 2005, pág. 123)

Ante ideologías religiosas donde se dice que hay que “lucrar indulgencias”, la Eucaristía se ofrece gratuitamente.

Si por algún motivo, todavía predicamos que tenemos que ganarnos el cielo, que tenemos que obtener la salvación, que tenemos que ir a misa para salvarnos… La Eucaristía es ruptura con esa lógica, porque es gratuidad es “el signo del amor de Dios presente en la mesa y al alcance de la mano” (Curia, Christian, 2006, pág. 91).

Ruptura con el ausentismo: El sacramento de la presencia

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

“Te adoro devotamente; oculta divinidad; que bajo estas sagradas especies te ocultas verdaderamente. A Ti, mi corazón se somete, totalmente pues al contemplarte; se siente desfallecer por completo. La vista, el tacto, el gusto, son aquí falaces, sólo con el oído se llega a tener fe segura; creemos todo lo que ha dicho el Hijo de Dios: Nada más verdadero que estas palabras de verdad” (Aquino, Tomás de – STh III, 1998) (q 75 a 1).

Mientras algunos pregonan que “nos ponemos en presencia de Dios”, Tomás nos recuerda que está.

Cuando varios afirman que él viene cuando lo invocamos, Tomás nos reitera: “está”.

La eucaristía, como sacramento, es el signo sensible y eficaz de la presencia de Dios que no solo está bajo las especies, sino también en las personas, en las cosas, en el mundo, como el autor está en sus obras afirma el mismo Tomás.

Si la religión cristiana predica que Dios se hace presente si se realiza tal o cual gesto, la Eucaristía rompe ese esquema e invita a contemplarlo y adorarlo siempre presente y actuante. La Eucaristía es el signo palpable que él estuvo, está y estará porque es presencia, esperanza y memoria, sos el Dios de la vida hecho pan” (Zini, Julián & Rossi, Antonio & Roch, Pocho – Himno X° Congreso Eucarístico Nacional, 2004)

Ruptura con el absolutismo: El Dios de la sorpresa

En la eucaristía se da una ruptura que en apariencia no se ve… de una situación se pasa a otra (por acción de Dios y colaboración humana)… Que la eucaristía rompa nuestro capricho de querer esquematizar todo lo que es de Dios… que ella provoque en nosotros la capacidad de dejarnos sorprender por cómo él actúa y quiere hacerlo.

Ruptura con el egocentrismo: la memoria agradecida

“hagan esto en memoria mía” (Lc. 22, 19)

En el texto de Marcos, esta invitación no figura. Sin embargo, la festividad del Corpus Christi nos invita y lleva a dar gracias a Dios por este “sacramento precioso y admirable” (Aquino, Tomás de, 1264). Y a su vez, a aquella persona que con profundidad contemplativa brindó a la iglesia este hermoso oficio litúrgico para que celebremos la presencia siempre viva y operante del Señor de la Historia.

Justamente fue Tomás de Aquino quien creo este oficio y, además,rompió en su época el paradigma vigente en la reflexión teológica y fue capaz de unir fe y vida, de contemplar desde otra perspectiva que se puede ser cristiano uniendo y no separando o excluyendo (Curia, Christian – Te creo, 2013).

Gracias hermano y maestro, Tomás de Aquino, ruega por nosotros para que la fe, la liturgia y la Eucaristía generen en nosotros romper con todo aquello que no manifiesten con claridad el Misterio de Dios, a quien adoramos, en quien creemos, a quien celebramos y anunciamos.

Plegaria

Contemplando que Tomás de Aquino y Julián Zini en el Himno del X° Congreso Eucarístico Nacional nos presentan una amplitud maravillosa de este sacramento tan admirable es que proponemos los dos textos completos para que los podamos escuchar y rezar:

 Adorote Devote

Adorote devote, latens Deitas, quae sub his figuris vere latitas:
Tibi se cor meum totum subiicit, quia te contemplans totum deficit.
Visus, tactus, gustus in te fallitur, sed auditu solo tuto creditur.
Credo quidquid dixit Dei Filius: nil hoc verbo Veritatis verius.
In cruce latebat sola Deitas, at hic latet simul et humanitas;
ambo tamen credens atque confitens, peto quod petivit latro paenitens.
Plagas, sicut Thomas, non intueor; Deum tamen meum te confiteor.
Fac me tibi semper magis credere, in te spem habere, te diligere.
O memoriale mortis Domini!
Panis vivus, vitam praestans homini!
Praesta meae menti de te vivere et te illi semper dulce sapere.
Pie pellicane, Iesu Domine, me immundum munda tuo sanguine.
Cuius una stilla salvum facere totum mundum quit ab omni scelere.
Iesu, quem velatum nunc aspicio, oro fiat illud quod tam sitio;
ut te revelata cernens facie, visu sim beatus tuae gloriae.

Amen (Aquino, Tomás de – Adorote Devote, 1264)

Jesucristo, Señor historia

Jesucristo, Señor de la Historia, que estuviste, estás y estarás; sos Presencia, Esperanza y Memoria, sos el Dios de la Vida, hecho Pan.
Sos el mismo Jesús que estuviste junto al lago de Genesaret, y ante el hambre del Pueblo exigiste: ¡Denles ustedes, por Dios, de comer!

Quédate con nosotros, Jesús, que da miedo tanta oscuridad, no es posible morirse de hambre en la Patria bendita del pan!
¡Quédate con nosotros, Señor, que hace falta un nuevo Emaús; la propuesta será compartir como vos y en tu nombre, Jesús!

Primitivo ritual de pastores, que fue luego banquete pascual; homenaje de nuestros mayores al Dios vivo de su libertad.
Cena santa, signo y profecía, memorial de Jesús servidor; nueva alianza de la Eucaristía, que es misterio de Fe y Comunión.

Sacrificio de la propia vida, que se ofrece y se da a los demás; Cuerpo y Sangre, Comida y Bebida, que hace y nutre la comunidad.
Sos la Fiesta de cada semana, que resume y celebra el amor el amor que perdona y hermana, y es sincera reconciliación.

Jesucristo, Señor de la Historia, que pusiste en el Vino y el Pan, tu presencia real, tu Victoria, sobre el tiempo, la muerte y el mal.
Que tu Madre, La Virgen Morena, siga estando junto a nuestra Cruz, y nos muestre que vale la pena, entregarse por el Bien Común.

Somos hijos del Dios Padre y Madre que es ternura y ayuda eficaz; desde la Compasión y el Coraje, reinventemos nuestra caridad.
Somos rostro de un Dios Trinitario, que aparece cuando hay comunión, cuando somos todos solidarios, cuando el pobre es sujeto y señor.

(Zini, Julián & Rossi, Antonio & Roch, Pocho – Himno X° Congreso Eucarístico Nacional, 2004)

Feliz Pascua de la Vida Nueva… y que ella nos impulse a seguir siendo felices y con caras de redimidos.

Bibliografía

Aquino, Tomás de – Adorote Devote. (1264).
Aquino, Tomás de – STh III. (1998). ‘Suma Teológica’. Buenos Aires: BAC (Biblioteca de Autores Cristianos).
Aquino, Tomás de. (1264). ‘Oh banquete precioso y admirable’ (Liturgia de las Horas T. III).
Curia, Christian – Te creo. (2013). ‘Te creo. Una propuesta pastoral desde Jesús’. Buenos Aires: Claretiana.
Curia, Christian. (2006). ‘En torno a la mesa’. Buenos Aires: Claretiana.
López y Planes, Vicente & Parera, Blas – Himno Nacional Argentino. (s.f.).
Pikaza, Xabier. (2005). ‘Fiesta del pan, fiesta del vino. Mesa común y Eucaristía’. Navarra: EVD.
Zini, Julián & Rossi, Antonio & Roch, Pocho – Himno X° Congreso Eucarístico Nacional. (2004).