La ex abadesa cismática echa del convento a los mediadores de Roma (con Guardia Civil incluida)

La secretaria de la Federación de Clarisas, el abogado de la diócesis, el notario del Tribunal Eclesiástico y el notario civil se presentaron a las dos de la tarde en el cenobio para establecer un cauce de diálogo y comunicar los procesos abiertos tras la ruptura de las monjas con la Iglesia

Las clarisas de Belorado, en los juzgados de Burgos

Una llamada a la Guardia Civil. Fue la reacción de las clarisas cismáticas de Belorado cuando se personaron en el convento los enviados por el arzobispo de Burgos, Mario Iceta, con el fin de abrir un posible diálogo y notificarles las medidas adoptadas en el ámbito civil y eclesial tras su decisión de abandonar la Iglesia católica.



En torno a las dos de la tarde de hoy, 6 de mayo, se presentaron en el monasterio una religiosa clarisa, el abogado de la diócesis y el notario del Tribunal Eclesiástico. A ellos se unía una notario civil, María Rosario Garrido.

En el torno

Según el relato del Arzobispado de Burgos fueron atendidos en el torno por una de las religiosas, sor Belén, en el torno y posteriormente por otra, sor Sión, en el locutorio. ¿El objetivo? Una entrevista con la ex abadesa, sor Isabel de la Trinidad. Salvo la notario, tal y como reza la nota de prensa enviada por el Arzobispado de Burgos, la ex abadesa comunicó que  “los demás ‘no eran bien recibidos’ en el monasterio y que deberían abandonarlo, requiriendo la presencia de una patrulla de la Guardia Civil en el caso de negarse”.

¿Y quiénes eran los demás? Por un lado, se encontraba sor Carmen Ruiz, secretaria de la Federación de Clarisas Nuestra Señora de Aránzazu, con el fin, según relata el Arzobispado, de “establecer alguna línea de diálogo e interlocución con las monjas, de modo particular con las más mayores”. Le acompañaba en Rodrigo Saiz, en calidad de apoderado del comisario pontificio, “para comunicar las facultades jurídicas que le competen sobre la administración de los monasterios”. Cerraba el grupo Carlos Azcona, notario del Tribunal Eclesiástico, responsable de transmitir las notificaciones pertinentes de este Tribunal con respecto a la apertura del proceso canónico correspondiente a la declaración de abandono de la Iglesia católica. La notario sí pudo entrar en una de las estancias del convento y entregar “los requerimientos pertinentes, tanto civiles como canónicos”.

Diligencias a prevención

La amenaza de la abadesa defenestrada no era una brindis al sol. Poco después se personaban unos agentes de la Benemérita. Para entonces, sor Carmen y Carlos Azcona habían salido del interior del convento. Permaneció Rodrigo Saiz, que espero a la Guardia Civil para comunicar su versión de los hechos. La patrulla le informa de que se practicarían “diligencias a prevención” y que, posteriormente, se entrevistarían con las monjas. Tras dialogar con los agentes, Saiz también salió de las instalaciones.

A la espera de que el portavoz de la comunidad cismática ofrezca su versión de los sucedido, el Arzobispado de Burgos, expone que el ‘recibimiento’ y la llamada de las monjas a la Guardia Civil “pueden interpretarse como gestos de hostilidad que manifiestan la nula intención de la comunidad de establecer cualquier diálogo con la persona designada por la Santa Sede y su equipo”. “Aun así, el comisario pontificio mantiene su voluntad de tender puentes y de encontrar vías adecuadas para alcanzar una solución”, añaden en la nota de prensa.

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