Francisco pone sobre la mesa (ecuménica) el (intocable) primado del Papa

El Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos publica el documento de estudio ‘El obispo de Roma’

El papa Francisco, en una audiencia con el patriarca de Constantinopla, Bartolomé I

La recuperación, en el ‘Anuario Pontificio’, del título de “patriarca de occidente” para el Papa suscitó una nueva reflexión sobre los títulos del pontífice. Una propuesta que va más allá en los “diálogos ecuménicos” en el documento del Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos titulado ‘El obispo de Roma’, un texto de unas 140 páginas en el que se expone “todo el debate ecuménico sobre el servicio del primado en la Iglesia desde el Concilio Vaticano II” ante la constatación del papa Francisco de que “hemos avanzado poco en este sentido”.



En el contexto sinodal, el dicasterio ha propuesto un documento de estudio, nada definitivo, pero aprobado directamente por el papa Francisco en marzo de 2024 tras un trabajo de tres años con diferentes expertos. Partiendo del documento conciliar ‘Ut unum sint’ –“momento crucial” para la conciencia ecuménica– se analizan la problemática generada en torno al primado papal en sintonía con temas como los dogmas del primado de jurisdicción universal y de la infalibilidad de cara a una propuesta concreta “Hacia un ejercicio del primado en el siglo XXI” para “un ejercicio renovado del ministerio de unidad del Obispo de Roma reconocido por unos y otros”.

Nuevas formulaciones

Y es que, a diferencia de las polémicas del pasado –como si el primado es de derecho humano o divino, la esencia teológica y la contingencia histórica–, la cuestión del primado puede ser una oportunidad de reflexión para la reflexión común sobre la naturaleza de la Iglesia y su misión en el mundo. Para ello se pretende abrir una mejor conexión entre los diálogos ecuménicos para abordar conjuntamente el primado y la sinodalidad desarrollando la interpretación teológica de las relaciones actuales entre las Iglesias. Con el horizonte de que sea “un ministerio de unidad en una Iglesia reconciliada” que parte de una tradición apostólica común de que las Iglesias reconocen la exigencia de un primado a nivel universal, una reflexión que es especialmente cercana entre las Iglesias occidentales y las ortodoxas orientales en el primer milenio.

Mirando al siglo XXI, destaca el documento, un acuerdo general es la interdependencia mutua entre el primado y la sinodalidad; otro es la articulación entre las dimensiones comunitaria, colegial y personal de la Iglesia y cómo se vive a nivel local, regional –como es el caso de los patriarcados– y universal. Por ello en el texto se invita a realizar una nueva lectura del fenómeno del “uniatismo” y la dependencia jurídica de Roma; o el principio de subsidiariedad.

El documento se cierra con una serie de peticiones prácticas a las distintas comuniones cristianas como analizar la eclesiología y proponer “una comprensión y un ejercicio renovados del primado papal puedan contribuir al restablecimiento de launidad de los cristianos”; o lanzar “incluso una reformulación” del Vaticano I cuando se proclama el dogma de la infalibilidad del Papa. Otra propuesta es hacer una distinción más clara entre las diferentes responsabilidades del Obispo de Roma, especialmente entre su ministerio patriarcal en la Iglesia de Occidente y su ministerio primacial de unidad en la comunión de las Iglesias, tanto de Occidente como de Oriente –así como su rol de Jefe de Estado–. Las sugerencias se complementan con el desarrollo de la sinodalidad real o la “promoción de la comunión conciliar”.

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