Los obispos de Estados Unidos piden compasión, apoyo y solidaridad con los refugiados

Al conmemorar el Día Mundial de los Refugiados, los prelados hicieron un llamado a la comunidad norteamericana a reconocer las contribuciones positivas que estos realizan en las comunidades

Este 20 de junio, Día Mundial de los Refugiados, los obispos de Estados Unidos urgieron a promover la dignidad y los derechos de los refugiados, así como a observar las contribuciones positivas que estos realizan en las comunidades.



A nombre de la Conferencia de los Obispos Católicos de los Estados Unidos, (USCCB, por sus siglas en inglés), el obispo Mark Seitz, presidente del Comité de Migración de la USCCB, señaló que este día sirve como “un conmovedor recordatorio de los millones de personas y familias desplazadas de sus hogares por la fuerza, y de la importancia de mecanismos de protección duraderos, como el Programa de Admisión de Refugiados de los Estados Unidos (USRAP)”.

El obispo manifestó que la USCCB se une en este día a otras conferencias del mundo para honrar a los refugiados y a las comunidades que los acogen: “Como católicos, somos llamados por el Evangelio y la enseñanza de la Iglesia a abrazar a nuestros hermanos y hermanas que huyen por sus vidas, ofreciéndoles compasión, apoyo y solidaridad”.

Dar la bienvenida al extraño

El obispo Seitz recordó que, durante generaciones, los católicos de todo Estados Unidos han encarnado esto a través de su compromiso con el reasentamiento de refugiados.

En estos esfuerzos -explicó- “somos testigos de la resiliencia de los refugiados, y reconocemos en ellos una esperanza de una nueva vida, que resuena en el corazón de cada cristiano. Que este trabajo de bienvenida continúe inspirando dentro de nosotros una conciencia más profunda de nuestro propio viaje hacia la vida eterna”.

Cabe recordar que, a través de su Departamento de Migración y Servicios para Refugiados (MRS), la USCCB es una de las diez agencias nacionales de reasentamiento que se asocian con el gobierno federal en USRAP.

“Esta es una de las formas en que la comunidad católica en los Estados Unidos responde al llamado de Cristo de dar la bienvenida al extraño y promueve la preocupación de la Iglesia por la vida y la dignidad humanas“, destacó.

inmigrantes en Estados Unidos

Inmigración. Estados Unidos. Foto: EFE

Doce años de DACA

Por otro lado, el pasado 18 de junio los obispos se congratularon por el anuncio de la administración de Joe Biden relacionado con un nuevo programa para los cónyuges indocumentados de ciudadanos estadounidenses.

Este programa permitirá a las personas seleccionadas que han residido en el país durante al menos diez años, solicitar la libertad condicional en el lugar, lo que ofrece acceso a la autorización legal de trabajo y protección contra la expulsión si se concede, así como la posibilidad de solicitar el estatus legal permanente en ciertos casos.

Esto se produce días después de que el programa Deferred Action for Childhood Arrivals (DACA) cumplió doce años.

Urge un programa de legalización

El obispo Mark Seitz, a nombre de los obispos, dio la bienvenida al anuncio y a la esperanza que aporta a miles de familias estadounidenses que han lidiado con el miedo a la separación durante una década o más.

Asimismo, manifestó que, al conmemorar el duodécimo aniversario de DACA, se ha visto visto los impactos positivos que tales programas pueden tener, no solo para los propios beneficiarios, sino también para las familias, los empleadores y las comunidades que dependen de ellos. “Este nuevo programa seguramente producirá beneficios similares”.

Sin embargo -advirtió- “como el destino de DACA pende de un hilo, también sabemos lo insuficientes que son estos programas. Los legisladores tienen el deber moral y patriótico de mejorar nuestro sistema de inmigración legal, incluidas las oportunidades disponibles para la reunificación y preservación familiar”.

“Una sociedad es tan fuerte como sus familias, y la unidad familiar es un derecho fundamental. Por el bien del país, el Congreso debe encontrar una manera de superar las divisiones partidistas y promulgar una reforma de inmigración que incluya un programa de legalización ganado para los residentes indocumentados desde hace mucho tiempo”, concluyó Seitz.

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