Somos muy dados a antropomorfizar a Dios, es decir, a adjudicarle características de quienes no somos ángeles. Si los seres humanos nos enojamos y somos belicosos, el Antiguo o Primer Testamento lo presenta iracundo y guerrero. Pero como también se nos da el cariño y el perdón, en el Nuevo o Segundo Testamento lo vemos como misericordioso e incapaz de represalias.
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Francisco de Roma se suma a estas antropomorfizaciones, sosteniendo que podemos hacer sonreír a Dios. Más aún, en lo que para muchos espíritus rígidos puede parecer algo demasiado atrevido en un sucesor de Pedro, afirmó que no puede considerarse una blasfemia reírse de Dios, como jugamos y bromeamos con personas que queremos, claro, sin ofender los sentimientos religiosos de los creyentes, sobre todo de los pobres.
En efecto. En una reunión de la semana pasada con los artistas del humor, que congregó desde Florinda Meza hasta Whoopi Goldberg, pasando por Chumel Torres y Jimmy Fallon, afirmó el Papa que debemos aprender de ellos a difundir serenidad con una sonrisa. Expresó su admiración por plantearse en el lenguaje de la comedia y la ironía problemas pequeños y grandes de nuestra historia.
Invitó a sus cómicos interlocutores a recitar todos los días la oración de Tomás Moro, para nada un personaje que se tomó la vida a la ligera, pero que era capaz de reírse de sí mismo con frecuencia: “… Concédeme la salud del cuerpo, con el buen humor necesario para mantenerla… Concédeme un alma que no conozca el aburrimiento… Dame, Señor, sentido del humor. Concédeme la gracia de comprender las bromas, para que conozca en la vida un poco de alegría y pueda comunicársela a los demás. Así sea”.
No nos debe extrañar este encuentro, pues dos de los grandes textos del papa Francisco tienen como título las palabras ‘alegría’ (gaudium) y ‘gozo’ (laetitia), aplicadas la primera a la evangelización, y al amor la segunda, además de que ha criticado a los cristianos que tienen cara de funeral, rostro de velorio.
Bien por Bergoglio que, como arzobispo de Buenos Aires y cardenal se distinguía, más bien, por un rostro adusto, rígido, y poco dado a la sonrisa. Excelente la conversión de un Papa que nos recuerda cómo la santidad no debe identificarse con la circunspección, sino con la jovialidad, y que provocar una sonrisa en los demás es hacer sonreír al mismo Dios.
Pro-vocación
Estamos acostumbrados a que los grandes acontecimientos del deporte profesional -Mundial de Futbol, SuperBowl, finales de la NBA- se inauguran con un miniconcierto de algún artista conocido. El pasado jueves, sin embargo, la Copa América USA 2024 se puso en marcha con algo inusual: una oración a cargo de un pastor evangélico. No debe de extrañar, sin embargo, pues pertenecemos a alguna iglesia cristiana el 75% de quienes vivimos en el continente americano.