El equipo de pastoral social de la diócesis de San Justo (Gran Buenos Aires) manifestó en una carta su preocupación por la situación social que se vive en el país, y especialmente en los barrios de la diócesis en los que muchas familias no logran satisfacer las necesidades básicas de alimento, vivienda, salud y educación. Reconocen que si bien esta situación no es una novedad, se acentuó sobremanera en el último tiempo.
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Reclamaron especialmente a quienes tienen responsabilidades de gobierno, en todos sus niveles, para que encaren políticas claras y concretas que apunten a revertir esta crisis, de manera adulta, “no siendo presos de caprichos, especulaciones y egoísmos, lo cual puede volverse caldo de cultivo de actitudes dañinas y perjudiciales para la convivencia social, por la bronca e indignación contenidas”.
Presencia del Estado
En esta declaración, titulada “Transformando la realidad a la luz del Evangelio. Una realidad que golpea, duele y exige compromiso”, manifiestan que es prioritario que la comunidad se organice bajo la tutela y el acompañamiento del Estado inteligentemente presente, ni omnipresente ni agobiante. Puntualizaron que entienden la política con el objetivo más alto de la caridad, no como un escenario donde “todo vale”, en el que primen los objetivos particulares de un grupo poco afecto al bien común y que responde a intereses foráneos.
Si el Estado se ausenta y va desapareciendo, “ganan ese espacio los ya conocidos mercaderes de la muerte que, a través del narcotráfico, la violencia y el miedo toman el control progresivamente de muchas barriadas”, y de algunas instituciones estatales que quedan a la deriva.
Aseguraron que los habitantes de este suelo constituyen un pueblo, una nación donde se prioriza la dignidad de la persona. Por tal motivo, la cosa pública tiene que sostener, proteger y por la que tiene que velar.
Reclamos
El equipo de pastoral social pidió que las cuestiones por corregir no lleven a destruir y borrar todo lo que el mismo Estado favoreció en el acompañamiento de la persona, dentro de los parámetros de la honestidad y bien común.
Expresaron que comprenden la democracia como representativa, no como una carta blanca para que todo esté permitido. Para ellos es necesario que quienes asumen esta responsabilidad, se hagan cargo y respondan por la propia gestión, “sin defenderse ni excusarse a partir del ataque al otro”.
Mostraron también inquietud por la incontinencia verbal que lleva a la mentira y a sentirse impune gracias a parte de la corporación mediática que blinda y posibilita la manipulación de la verdad, falseado hechos, que no condicen con la realidad.
Afirmaron que este tiempo tiene que ser una posibilidad para reafirmar las convicciones que apuntan al bien común. Aseveraron que todos somos responsables por vivir en sociedad y nos beneficiamos unos y otros de la misma vida en comunidad. “Nadie se salva solo y la providencia del Buen Dios Todopoderoso nos acompaña”, concluyeron.