Hace 12 años que la Iglesia de Rancagua (Chile) mantiene el ‘Programa de Acompañamiento para Personas en Situación de Calle’, con financiamiento del Ministerio de Desarrollo Social y Familia. Lo ejecuta Cáritas Rancagua y aborda la exclusión y vulnerabilidad de las personas en situación de calle, apoyándolas a mejorar sus condiciones de vida y sus capacidades laborales.
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Dispone, además, de albergues en varias ciudades de la diócesis y ofrece talleres de capacitación para oficios y de apoyo emocional. Este año hay más de 70 participantes. La experiencia acumulada en estos años es base para el gran reconocimiento que recibe Cáritas por los buenos resultados con este programa, que se manifiesta en la continuidad del apoyo estatal.
El obispo de Rancagua, Guillermo Vera Soto, aceptó compartir con Vida Nueva sus impresiones después de haber participado en una actividad oficial del programa.
PREGUNTA.- ¿Qué significa para usted este programa, monseñor?
RESPUESTA.- “Me llena de mucha alegría y nos debe alegrar a todos como comunidad de iglesia. Creo que no es suficientemente conocido entre nosotros mismos. Es importante estar contentos de los que vamos haciendo como comunidad creyente en medio de nuestra gente.
Ayuda a levantarse
Este programa significa poder trabajar para que hermanos y hermanas nuestros tan dolidos en la vida, que a veces están al margen del camino de la vida o, como nos lo recuerda el Papa, como descartados de nuestra sociedad, puedan descubrir la dignidad que tienen, levantarlos de su postración, sacarlos de aquello en lo que pueden haber caído, vicios o formas de vivir que no son dignas y hacerles ver y sentir la grandeza que hay en cada una de sus vidas.
P.- ¿Qué beneficios reciben ellos del programa?
R.- “Quienes viven en ‘rucos’ o en carpas a medio hacer, pueden tener una casa digna, lugar limpio, acogedor donde vivir. Cómo no alegrarnos de que aquellos que están tirados al borde del camino y que no han tenido posibilidades en la vida, puedan descubrir los talentos que tienen, que a través de cursos y talleres puedan recibir formación y descubrir aquello de lo que son capaces. Es hermoso ver la alegría en sus rostros y el agradecimiento que surge de sus corazones al sentirse valorados, queridos, estimados.
A través de este hermoso servicio la iglesia ayuda a sanar heridas, a recobrar la esperanza en la vida de estas personas. Cada persona vale el precio de la sangre de Cristo. Cómo quisiéramos que este servicio pudiera llegar a muchísimas más personas, pero al menos se puede llegar a este grupo que no es pequeño.
El amor de Cristo urge
P.- Usted visitó uno de los hogares…
S.- Si. Compartí con autoridades una visita al hogar sede para ellos y pude ver a hermanos y hermanas que se sienten que han sido, del alguna manera, rescatados, levantados y agradecen esta preocupación del Estado de Chile que, a través de la Iglesia y de Cáritas Chile, va teniendo por ayudarles. Sin duda es un proyecto que produce mucha alegría en mi corazón de pastor y que la produce, por supuesto, en el corazón de quienes son beneficiarios de este servicio, en el que los profesionales de Cáritas les hacen sentir de manera especial el amor de Dios en sus vidas.
P.- ¿Qué motiva a Cáritas para llevar adelante este programa?
R.- Cáritas es la institución que hace presente de manera especialísima el amor, la ternura, la misericordia de Dios, la cercanía del Señor y de la Iglesia a aquellos que sufren. Esa es la motivación de Cáritas: el amor de Cristo nos urge a estar atentos a las necesidades que van surgiendo, hay pobrezas nuevas que necesitan ser atendidas. Ahí está la Iglesia y la creatividad del personal de Cáritas para estar atentos a atender las nuevas necesidades y hacer sentir a las personas el amor de Dios, que no están solos. Cáritas, mirando a Jesucristo y lo que Él hizo lo procura hacer hoy y llevar así esperanza.
P.- ¿Qué espera usted de su ejecución?
R.- Que las personas se sientan amadas, respetadas, valoradas y así muchos puedan, levantados de su postración, caminar con la dignidad que tienen de ser hijos e hijas muy amados por Dios, que tienen por tanto esa dignidad que todos debemos saber respetar. Es lo que procura hacer Cáritas y creo que eso lleva mucha alegría y esperanza al corazón de muchas personas. Podemos seguir creyendo en la grandeza del ser humano y que vale la pena cualquier esfuerzo por estar cerca de quienes han quedado en el camino y que necesitan ser ayudados para levantarse.