Fernando Vidal
Director de la Cátedra Amoris Laetitia

Teoría del día de oro


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Fue una aventura explorar y experimentar qué era eso que llamaron lunes 1 de julio de 2024, que había sido tan esperado durante milenios, desde el origen de los tiempos, y tan deseado por toda la humanidad el domingo 30 de junio de 2024 cuando se fueron a la cama. Quedará para siempre grabado por mil medios y a las 12:01 minutos del 2 de julio, ya tendrá el día 1 su página vitalicia en la Wikipedia.



Cada día es oro puro, una piedra preciosa que descubrir. Si falta motivación por la mañana al levantarse, piensa en todo lo que está a punto de pasar, vivir es sentir la vida con toda su gama de sabores y también sinsabores. Es emocionante: ¡¡¡Es 1 de julio de 2024!!! Quizás una tarde Julio Verne mientras pensaba su próxima novela pensó cómo sería el mundo tal día como hoy, o quizás Santa Beatriz de Nazaret se preguntó en el siglo XII si muchos siglos después, por ejemplo, un 1 de julio de 2024, amar seguiría siendo el mayor anhelo de la humanidad. ¿Qué le contestamos?

Cada nuevo día, cada día es de oro porque es embarcarse en un galeón rumbo a tierra ignota, subirse en un cohete a la Luna, leer un libro desconocido todavía sin título hasta que lo termines, conocer a un nuevo amigo que te acompañará hasta el último día de tu vida. Cada día es de oro y vivirlo ya tiene todo el sentido, no hay que echarle mucha mayor literatura.

¡Es 1 de julio! Admira y sobrecoge todo lo que está pasando. Las noticias de la radio, el tiempo que se resiste a ser veraniego, los pájaros que vi a lo largo del día, las conversaciones que tuve, las diversas lecturas, quise sentir de algún modo en mi cuerpo todo lo que estaba ocurriendo en el planeta, la gente en sus tránsitos, una persona doliente en una planta del hospital y otra más abajo naciendo, los presos de la cárcel, los niños jugando en los campamentos, tantas misas que se celebrarán a lo largo del 1 de julio alrededor del mundo, los alumnos contentos de haber aprobado y otros preocupados por los que les quedó, tantos franceses y europeos estupefactos por el triunfo de la ultraderecha, la Luna girando alrededor de la Tierra, Antonio está cambiando los amortiguadores de mi coche en su taller, la Vía Láctea desplazándose, y el ruido de fondo del origen del universo que también suena sigiloso y continuo dentro de mí como lo hace en misa de doce el órgano de la Catedral.

En Sumatra murió otro de los ochenta rinocerontes que quedan y desde Gaza se lanzaron más cohetes sobre Israel, el perro del segundo me ladró al bajar cada mañana a la calle, en un laboratorio de Manchester se sigue avanzando contra el cáncer y una anciana nativa del desierto de Atacama ha logrado que en su jardín nazca un loto. Y en mi interior, mucho movimiento de sentires, algunos muy tristes, otros valientes, todos buscando al Espíritu. Una familia de Tasmania se ha llevado un alegrón porque por fin su hija mayor ha encontrado empleo. Sentí también mociones hondas de gente con la que hablé y callé. Y ahora mismo los árboles se agitan ante mí por el viento lento y hondo que recorre toda la ciudad. Todo esto y miles de millones más ocurrieron ese día único e irrepetible llamado 1 de julio de 2024. Muchas me contentaron, otras me dolieron, pero ninguna hubiera querido perderla, nunca más pasarán.

Vida sin sentido

A veces te levantas deseando que el día termine. A veces nos tienta firmar que pase todo el día en un solo minuto, lo menos indoloro posible. Con cada vez mayor frecuencia no se encuentra sentido a la vida ni propósito al día a día. Parece que vivir es eso que ocurre los fines de semana y en vacaciones. Llegas a casa: ¿qué tal, qué ha pasado hoy? Contestas: Nada. ¿Nada? Y mientras, el mundo rugiendo y cantando La traviata, y los milanos reales repitiendo el milagro de volar sobre nuestras cabezas. Algún día a veces es invivible, pero peor es no vivirlo.

Pero hoy ha sido 1 de julio, un día con penas y alegrías, mediocridades y transparencias, pero de oro, único, singular, irrepetible, esperado desde siempre y recordado para siempre. Y lo mejor: mañana será día 2 de julio de 2024, otro día de oro.