Chile: Sergio Pérez de Arce asume como arzobispo de Concepción

  • Autoridades civiles, militares y eclesiásticas participaron en la Misa de toma de posesión canónica
  • “Poner en el centro de las discusiones la centralidad de la persona humana”, señaló como tarea

Sábado, 9.30 am. Parroquia del Sagrario. Sergio Pérez de Arce hace su profesión de fe y juramento de fidelidad como arzobispo de Concepción. Acompañado por la mayoría de los obispos chilenos sale en procesión hacia la Catedral donde es presentado por el secretario de la Nunciatura, Giuseppe Silvestrini, y es recibido por el deán Francisco Osorio, junto al Cabildo y representantes de la Arquidiócesis.



Como signo de su primera vocación, la de cristiano, besa el Cristo y se persigna con agua bendita; luego, ingresa al templo asperjando a la asamblea. En la capilla del Santísimo Sacramento se arrodilla y hace oración.

Recibe el palio arzobispal

Iniciada la celebración eucarística, el vicario judicial, Claudio Soto, mostró y proclamó la bula papal que designa a Sergio Pérez de Arce, SS.CC, como arzobispo de la Santísima Concepción. A continuación, el arzobispo de Santiago, Fernando Chomalí, por delegación del papa Francisco, impuso el Palio arzobispal al nuevo arzobispo. Entonces, el administrador diocesano, Bernardo Álvarez, le entregó el báculo, símbolo del pastor, y el nuevo arzobispo se sentó por primera vez en la sede, donde recibió el saludo de los sacerdotes, representantes de las religiosas y del laicado.

“Quiero invitarlos a caminar juntos, no hay otra forma de vivir la fe y la misión”, dijo el debutante arzobispo en su homilía. Continuó: “Me gusta insistir siempre que lo más importante de la Iglesia sucede en la vida local: en cada comunidad, en cada parroquia, colegio, movimiento. Allí conocemos el Evangelio, allí oramos, nos ayudamos como hermanos, celebramos la fe, salimos al encuentro de los que sufren. Pero esa vida local debe estar entrelazada con las demás comunidades, con una vida de Iglesia más amplia, desde la que buscamos caminos compartidos”.

Más adelante señaló que “vivir la misión, realizar una acción pastoral, no es una cuestión meramente humana, un asunto organizativo, sino que nace de nuestra condición de hijos de Dios y hermanos en Cristo, y tiene que traducirse en el amor de unos por otros. Esto tiene que dar a nuestras relaciones y al modo en que llevamos adelante la misión, un tono de cordialidad, de cercanía. Este es un grito que ha surgido en los últimos años desde dentro de la misma Iglesia, desde la experiencia de las comunidades: acogida, cercanía, respeto. Es una demanda, un anhelo, pero además debiera ser siempre parte de nuestra identidad”.

Discernir la voz de Dios

Sergio Pérez aludió también a los abusos de poder, de conciencia y sexuales, señalando que no son un tema ya pasado y que “el camino recorrido, lo que hemos aprendido en estos años, debe transformarse en una pastoral permanente, que nos permita cuidarnos unos a otros y cuidar especialmente a los más pequeños y vulnerables, en una Iglesia donde exista una cultura del cuidado y del buen trato”.

“Olvidaríamos algo esencial de nuestra vocación si no buscamos discernir la voz de Dios en los signos de los tiempos y no acogemos en nuestra vida su llamado a ser fermento en la masa. ‘No se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón’, nos dice Jesús, y Dios ha hecho brillar una luz en nuestros corazones”, expresó más adelante. “El aporte fundamental que podemos hacer como Iglesia en el mundo de hoy es poner en el centro de las discusiones la centralidad de la persona humana. En este mundo en estado permanente de cuestionamiento y confrontación, donde se exaspera el conflicto y se radicalizan los extremos, hemos de alentar la preocupación de todos especialmente por el más débil. En esta sociedad donde impera tantas veces una indiferencia cómoda y fría, que nos hace encerrarnos en nuestros propios intereses, no debemos dejar de tener el sueño de construir juntos la justicia y la paz”, precisó.

Sergio Pérez de Arce, arzobispo de Concepción

Sergio Pérez de Arce, arzobispo de Concepción

El nuevo arzobispo no dejó de reflexionar sobre la Inmaculada Concepción: “María es inmaculada desde su concepción, pero también se hace inmaculada dialogando con el Creador. No se cierra a Dios, no se esconde, no se encierra en sí misma. No se enemista con los demás, se pone al servicio de la humanidad al hacerse servidora de los designios salvadores de Dios. Ella rompe la cadena del egoísmo, mentiras y enemistad que vemos en los orígenes”.

Al término de su homilía, Pérez de Arce exclamó: “No a la desilusión, al desencanto, a la comodidad y al aislamiento. Sí a la comunión, al servicio, la fraternidad y la entrega generosa a la misión que Jesús nos ha confiado. Él nos ha llamado y Él es fiel”.

Segunda diócesis más antigua

Un numeroso grupo de fieles de Chillán acompañaron al pastor en la Misa de toma de posesión de su nueva diócesis. El sábado anterior había celebrado una eucaristía de despedida donde recibió al cariño de una multitud que participó en esa celebración.

Siendo sacerdote de la congregación de los Sagrados Corazones, Sergio Pérez de Arce fue designado administrador apostólico de la diócesis de Chillán en 2018 para afrontar el escándalo de los abusos de integrantes del clero en esa iglesia. En 2020, el papa Francisco lo designó obispo de esa diócesis y fue consagrado en julio de ese año. En mayo pasado fue designado arzobispo de Concepción, cargo que asumió este sábado.

La arquidiócesis de Concepción es la segunda más antigua del país, después de Santiago. Erigida en 1564, en La Imperial, durante el gobierno de Pedro de Valdivia, conquistador español de este territorio. En los siglos siguientes fue reduciendo su territorio con la creación de nuevas diócesis.

El 20 de mayo de 1939 fue elevada al rango de arquidiócesis metropolitana por el papa Pío XII con 5 diócesis sufragáneas. Desde 1991 cuenta con la Universidad Católica de la Santísima Concepción. Su sede está en la ciudad de Concepción, a 500 kilómetros al sur de Santiago.

Tiene una población de 1.367.144 habitantes de los cuales un 58,6% se declara católicos, atendidos en 65 parroquias agrupadas en 8 decanatos, por 102 sacerdotes, de los cuales 59 son diocesanos.

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