Ni diaconado femenino, ni celibato opcional, ni pastoral LGTBI. La Secretaría General del Sínodo ha publicado hoy el ‘Instrumentum laboris’ para la II Sesión de la XVI Asamblea General Ordinaria, que se celebrará en octubre y en la que se seguirá ahondando en cómo ser una Iglesia sinodal misionera pero sin poner en primer plano las cuestiones más controvertidas.
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El texto, sobre el que se deja claro en todo momento que es una herramienta de trabajo y no un documento magisterial, no incluye los temas que más diversidad de opiniones generan no por escorarlos, sino porque ya se están trabajando en las diez comisiones creadas por el papa Francisco con el fin de ahondar en estas cuestiones. En concreto, muchas de ellas en la número 9: ‘Criterios teológicos y metodologías sinodales para un discernimiento compartido de cuestiones doctrinales, pastorales y éticas controvertidas’.
De hecho, la Secretaría General del Sínodo lo justifica así: “Desde el principio, el Papa insistió en que este Sínodo no trata de tal o cual tema, sino de la sinodalidad, de cómo ser una Iglesia misionera en camino. La Asamblea debe ser un tiempo en el que cada participante, situándose en un camino que comenzó en 2021 y aportando la voz del Pueblo de Dios del que procede, invoque la ayuda del Espíritu Santo y la de sus hermanos y hermanas para discernir la voluntad de Dios para su Iglesia, y no una oportunidad para imponer su propia visión de la Iglesia”.
Al mismo tiempo, “Francisco acogió la convergencia que los miembros de la Asamblea habían expresado durante la I Sesión en torno a una serie de cuestiones relevantes relativas a la vida y misión de la Iglesia en perspectiva sinodal, sobre las que la Asamblea había alcanzado un consenso consistente, casi siempre superior al 90%, mediante la creación de diez grupos de trabajo específicos. Se trata de cuestiones importantes, algunas de las cuales requieren ser tratadas a nivel de toda la Iglesia y en colaboración con los Dicasterios de la Curia romana”.
En este sentido, aclaran que “no se trata de sustraer ciertas cuestiones al debate de la Asamblea, que ya ha expresado una convergencia en cuanto a su importancia, sino de aportar elementos útiles desde el punto de vista teológico y canónico para ofrecer al ministerio de Pedro”. Por tanto, “estos grupos deben considerarse ya un fruto del camino sinodal”, detallan, recordando que tienen la misión de acabar sus trabajos antes de junio de 2025.
Diaconado femenino
El ‘Instrumentum laboris’ recoge que, “mientras que algunas Iglesias locales piden la admisión de las mujeres al ministerio diaconal, otras reiteran su oposición”. Sobre esta cuestión, que no será objeto de los trabajos de la II Sesión, es bueno que continúe la reflexión teológica, con los tiempos y modalidades adecuados. A su maduración contribuirán los frutos del grupo de estudio n. 5 -‘Algunas cuestiones teológicas y canónicas en torno a formas ministeriales específicas’-, que tendrá en cuenta los resultados de las dos comisiones que se han ocupado del tema en el pasado”.
Pese a que no se trate específicamente el diaconado femenino, sí que se da una importancia en los fundamentos del documento al lugar de la mujer en la Iglesia, pues “las aportaciones recogidas en todas las fases evidenciaron la necesidad de dar un reconocimiento más pleno a los carismas, a la vocación y al papel de las mujeres en todos los ámbitos de la vida de la Iglesia como un paso indispensable para promover una reciprocidad relacional”.
Según recoge el documento, “en virtud del bautismo, las mujeres están en condición de plena igualdad, reciben la misma efusión de dones del Espíritu y están llamadas al servicio de la misión de Cristo”. En esta línea, “las aportaciones de las conferencias episcopales reconocen que son numerosos los ámbitos de la vida eclesial abiertos a la participación de las mujeres. Sin embargo, también señalan que estas posibilidades de participación a menudo no se utilizan. Por ello, sugieren que la II Sesión promueva el conocimiento de estas posibilidades y fomente su posterior desarrollo en el ámbito parroquial, diocesano y de las demás realidades eclesiales, incluidos los puestos de responsabilidad”.
El documento de trabajo, citando las aportaciones de los episcopados, invita a explorar “otras formas ministeriales y pastorales, para expresar mejor los carismas que el Espíritu derrama sobre las mujeres en respuesta a las necesidades pastorales de nuestro tiempo”. Y “el primer cambio que debe realizarse es un cambio de mentalidad: una conversión a una visión de relacionalidad, interdependencia y reciprocidad entre mujeres y hombres, que son hermanas y hermanos en Cristo, con vistas a la misión común”, pues “son la comunión, la participación y la misión de la Iglesia las que sufren las consecuencias de una falta de conversión de las relaciones y de las estructuras”.
De las aportaciones de las conferencias episcopales se desprenden solicitudes concretas que deben someterse al examen de la II Sesión, entre ellas:
- La promoción de espacios de diálogo en la Iglesia, para que las mujeres puedan compartir experiencias, carismas, competencias, intuiciones espirituales, teológicas y pastorales para el bien de toda la Iglesia.
- Una participación más amplia de las mujeres en los procesos de discernimiento eclesial y en todas las etapas de los procesos de toma de decisiones (elaboración y toma de decisiones).
- Un mayor acceso a cargos de responsabilidad en las diócesis y en las instituciones eclesiásticas, de conformidad con las disposiciones ya existentes.
- Un mayor reconocimiento y un firme apoyo a la vida y a los carismas de las mujeres consagradas y a su empleo en puestos de responsabilidad.
- El acceso de las mujeres a cargos de responsabilidad en seminarios, institutos y facultades de teología.
- Un incremento en el número de mujeres que desempeñan el papel de juez en los procesos canónicos.
Sacerdotes cansados
Sobre el ministerio ordenado, el documento reconoce que del proceso sinodal han surgido datos contradictorios. “Por un lado, se destaca la alegría, el compromiso y la dedicación de los obispos, de los presbíteros y de los diáconos en el desempeño de su servicio; por otro, han manifestado cierto cansancio, vinculado sobre todo a una sensación de aislamiento, de soledad, de sentirse excluidos de relaciones sanas y duraderas y de sentirse abrumados por la exigencia de dar respuesta a todas las necesidades”.
Por otro lado, entre los fundamentos, el ‘Instrumentum laboris’ también se detiene en la unidad en la diversidad, en la llamada a una necesaria conversión y reforma, y en el significado compartido de sinodalidad.
El documento también insiste en la rendición de cuentas, la necesidad de la escucha y el discernimiento en todos los niveles eclesiales, en atender el continente digital y la realidad de las migraciones.