Rosario Hernández Ruiz, de monja dominica a ermitaña

La religiosa profesó este lunes sus votos ante el obispo de Cartagena para consagrarse a Dios como ermitaña

Rosario Hernández Ruiz es, desde el pasado domingo, 7 de julio, ermitaña en Abarán en la Vega Alta del Segura (Murcia). El obispo de Cartagena, José Manuel Lorca Planes, presidió ayer la celebración en la parroquia San Pablo de la localidad. Con el nombre religioso de Paula –en honor al anacoreta san Pablo de Tebas– inicia una nueva vida tras haber sido monja dominica en un convento de clausura.



Descubrir la vocación

Según la nueva ermitaña, esta vocación consiste en “entregarse al Señor en total soledad y aislamiento, en un apartarse del mundo, del ruido; de todo aquello que impida estar totalmente centrados en el Señor”. “Lo normal para un ermitaño es rezar durante la noche y durante el día; que hagamos lo que hagamos estemos en oración”, explicaba a la web de la diócesis.

“Yo estaba muy bien en mi vida consagrada, fue simplemente que, a través de la lectura espiritual, conocí la vida eremítica, la vida de oración interior; y despertó en mi corazón un deseo de mayor soledad”, relataba la religiosa que realizó primer una experiencia siendo dominica. Luego, explica, “volví con las monjas dominicas, pero ya tenía claro que mi vocación era otra; pedí la secularización y dejé que el Señor decidiera dónde y cómo”.

Tras la aprobación del obispo empezó su vida como ermitaña en una casa de oración ubicada en la Sierra del Oro del término municipal de Abarán, retirada y con vistas al Valle de Ricote, donde reside actualmente. “Cuando vine a ver esta casa tuve claro que este sería el lugar y, aunque se empieza con cierto miedo por si es o no el camino, el Espíritu Santo se encarga de confirmarlo: cuando pasa una semana, un mes, un año, diez años… y sigues con ganas, ya no cabe la menor duda”, apunta.

Rosario Hernández Ruiz profesa como ermitaña en la diócesis de Cartagena

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