Trinidad Ried
Presidenta de la Fundación Vínculo

Resiliencia vs resistencia


Compartir

Enderezarnos cuando las circunstancias nos doblan es un don maravilloso que ojalá todos pudiéramos cultivar. Sin embargo, no debemos confundir la resiliencia con el aguantar dócil y pasivamente la injusticia o el abuso de alguien o de un sistema que deshumaniza y daña a la sociedad.



Jesús fue una persona que se sobrepuso a todos los dolores y sufrimientos que podamos imaginar, pero luchó con su vida para cambiar el modo de relacionarnos, de entender el vínculo con Dios y así liberar a muchos de la esclavitud espiritual.

El camino de la sanación

Probablemente, no hay ser humano que no haya sufrido pequeños o grandes traumas, adversidades y conflictos que tensionan su ser y lo hieren al punto de doblegar su autoestima y confianza. Para poder recuperarnos y no quedar hundidos en el dolor y la vulnerabilidad, la única salida es “encontrarle un lado” a lo que nos sucede y comenzar a juntar pequeñas piezas que nos den sentido, alegría y esperanza.

Esos pequeños pasos nos van ayudando a erguir el espíritu, a fortalecer la psiquis y a sanar el cuerpo. Como verdaderos bambúes humanos, la firmeza y flexibilidad se fusionan en un mismo ser y es posible enraizarse con la comunidad que nos comienza a sostener.

Inteligencia para navegar

Hay personas que poseen esta inteligencia espiritual que les permite trascender y sortear dificultades con una mirada mística y profética. Su alma viene dotada de una fuerza única que les ayuda a navegar con más perspectiva y le otorga fuerzas a pesar de la debilidad e incertidumbre. En gran parte esto se debe a la conciencia de pertenecer a algo o alguien superior a sí mismo que lo sostiene, espera, cobija y lo salvará, aun cuando tenga que atravesar por la muerte. Es el logo que explica Viktor Frankl en su libro “El hombre en búsqueda de sentido”, o es el Padre cuando el Señor experimenta la cruz.

La resiliencia es una actitud virtuosa que hoy se enseña y promueve porque ha demostrado ser el modo que tenemos para sobreponernos y recuperarnos, pero no es lo mismo que aceptar cualquier cosa, normalizarla o asumir pasivamente lo que está mal. Hay estructuras de violencia que toman diferentes rostros y que no podemos asumir sin resistencia. Ser un bambú no es ser hierba que se quema o aplasta sin más; es ser consciente de lo bueno y lo malo y construir el reino de la fraternidad objetiva que Jesús nos vino a mostrar.

Sobre El Amor O Por Una Pedagogía Del Acercamiento

Re-evolución Amorista

Cada uno de nosotros está llamado a convertirse en una verdadero re-evolucionario que se deje convertir por el Amor como modo de ser consigo mismo, con los demás y la creación y luchar con todas sus fuerzas contra todo aquello que vaya en sentido contrario. El terrorismo no solo se reduce a bombas explosivas o conspiraciones políticas; también hay terror en nuestras oficinas, calles, familias, países y sociedad cuando vivenciamos clasismos, discriminaciones, prejuicios, violencia verbal o física, abusos, desigualdades, xenofobia, homofobia, bulliyng, matonaje en las redes sociales, polarización y tantos otros modos tóxicos de relacionar que hoy padecemos.

Seamos cardúmenes contra la maldad. No podemos aceptar que la indiferencia y el individualismo se adueñen de nuestra vida, resignándonos con los cambios sociales que nos están deshumanizando. No podemos solo pelear cuando el mal imperante nos toca nuestro patio o cuando nos pone en peligro nuestra seguridad. Somos seres en relación y el mal que afecta a otros, en especial los más vulnerables, tarde o temprano también nos va a salpicar.

Redes de colaboración

Somos hermanos y/o bosque de bambúes humanos interconectados y, por lo mismo, nos debemos unos a otros el cuidado y el amor como modo de relación fundamental. Para eso, hay que dejar de cuidar el propio pellejo y comenzar a armar redes de colaboración para modificar las pequeñas o grandes estructuras de violencia y maldad que hemos dejado contaminar nuestra humanidad. No podemos ser falsamente resilientes, porque eso es resignación y sumarse al reino del mal. Debemos ser proactivos asumiendo la bandera de Dios, como decía san Ignacio, y armar la resistencia amorista para construir un mundo más humano fraterno.