Editorial

Gol ‘Fratelli tutti’ por la escuadra

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El 14 de julio, la selección española de fútbol ganó su cuarta Eurocopa en Berlín frente a Inglaterra. Una conquista que va más allá de lo deportivo, como se ha reflejado en las celebraciones posteriores, insuflando alegría y unidad en un país política y socialmente fracturado.



En este contexto, una victoria así tiene también sabor a Evangelio. La composición del equipo habla de un éxito colectivo, de jugadores de diferentes generaciones y procedencias que han sabido ensamblar sus dones individuales para demostrar que el todo es superior a la mera suma de las partes. De hecho, no hay en el combinado ningún astro ensombrecedor e indispensable.

Detrás de este engranaje grupal se encuentra Luis de la Fuente, un seleccionador que ha acunado a gran parte de los campeones en categorías inferiores, desde una apuesta por la humildad, el sacrificio, el cuidado mutuo… Como el mismo entrenador ha reconocido, ha conformado una familia que se ha hecho sentir más allá del terreno de juego. En definitiva, ha potenciado en los jóvenes valores propios de un humanismo cristiano que él mismo alienta desde una fe que comparte sin complejos. 

Victoria de la selección española en Europa contra Inglaterra

A la par, el campeonato ha supuesto el reconocimiento de dos jugadores que despuntado por su talento y juventud. Son Lamine Yamal, que ha cumplido 17 años durante el torneo, y Nico Williams, de 22. Ambos son hijos de migrantes. En el caso de Nico, su presente tiene mucho que ver con un pase largo de esa Iglesia hospital de campaña. La travesía de su madre por el desierto del Sáhara hasta la valla de Melilla, embarazada de su hermano Iñaki, pasó de ser pesadilla a oportunidad de futuro gracias a Cáritas, y encarnó para los Williams la llamada papal a acoger, proteger, promover e integrar.

Criminazilar a los migrantes

Lo cierto es que, mientras la afición coreaba a Yamal y Williams, los partidos políticos negociaban el reparto de 400 menores no acompañados entre las autonomías ante el colapso migratorio de Canarias. Al tiempo que los españoles aplaudían a Lamine y Nico, Vox rompía los gobiernos regionales de coalición ante la decisión del Partido Popular de acoger a los niños y adolescentes llegados a las islas. Mientas todo un país jaleaba a estos dos futbolistas, el partido de extrema derecha criminalizaba a los jóvenes llegados de los mismos países que ellos porque “traen machetazos y violaciones”.

Nada más lejos de la realidad que este discurso populista sin fundamento, anclado en el odio y la criminalización. Frente a ello, el triunfo de la selección de fútbol más plural y diversa es reflejo de una realidad multicultural que habla de la riqueza de la integración, de fraternidad universal y amistad social, de un ‘todos hermanos’. Un gol ‘Fratelli tutti’ por la escuadra.

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