“Me parece ser un pintor de brocha gorda en medio de muchos Miguel Ángel”. Con este golpe de humildad, el presidente de la Conferencia de Obispos de Estados Unidos, Timothy Broglio, arrancó su ponencia sobre la pobreza en el marco del IX Diplomado Internacional de Doctrina Social de la Iglesia. Organizadas por la Academia de Líderes Católicos, estas jornadas de formación se celebran hasta el sábado en la Saint John’s University, en colaboración con la revista ‘Vida Nueva’. “La Iglesia de los Estados Unidos de América busca la erradicación de la pobreza”, defendió el presidente de los obispos, poniendo como ejemplo, las obras educativas o Catholic Relief Services (Cáritas). En este sentido, planteó que acabar con la pobreza es hoy “una tarea contracorriente y un desafío para el mundo contemporáneo”.
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El arzobispo castrense recordó que “teológicamente la pobreza no es únicamente una categoría de economía o social”. “Toda persona que no conoce a Jesucristo es pobre en un sentido teológico pobre”, apuntó, remitiéndose al Documento de Aparecida y al capítulo 25 de Mateo, uno de los textos del Evangelio de referencia para el papa Francisco.
Críticas a la Iglesia
“Personalmente cuando tengo alguna conversación con alguien criticando la postura de la Iglesia con nuestro hermanos en la frontera, siempre pienso que a las puertas del paraíso se nos preguntarán por Mateo,25”, comentó justo después, a la vez que reivindicó los orígenes migrantes de su familia, en tanto que sus abuelos llegaron a Nueva York desde Italia. “¿Por qué negar a otros las oportunidades del país?”, se preguntó justo después.
A partir de ahí, Broglio explicó que “la Conferencia de los Obispos de Estados Unidos ha sido muy criticada por algunos sectores del país acusándonos de favorecer y animar la migración con la finalidad de obtener subvenciones y aumentar la membresía de la Iglesia católica por considerar que todos los latinos que vienen son católicos”. “No es verdad”, aseveró. A renglón seguido, el arzobispo detalló que “buscamos una política del país que favorezca las condiciones de los países de origen” para reducir ese éxodo masivo. Esta apuesta ha de ser configurada con una acogida de quienes llegan a la frontera: “A quien está en mi puerta sin comida, sin ropa y sin hogar, tengo que responder porque es Cristo”.
En una intervención con continuas referencias a ‘Fratelli tutti’, la encíclica más reciente del papa Francisco, el presidente de los obispos reivindicó que “no hay que mirar a otro para esperar sus acciones y soluciones, sino que uno mismo tiene que ser artífice de la construcción de un mundo nuevo”.