Ha sido usted un ejemplo para nosotros


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En una planta de medicina interna general de un hospital se aprende mucho. Es verdad que no todo bueno, pero eso es otra historia. Durante mi vida profesional he visto cientos, quizás miles de enfermos, con sus respectivas familias; también he contemplado profundas soledades. Estar enfermo y solo es muy penoso. El enfermo agradece la compañía, sobre todo cuando es discreta y respetuosa (lo explica muy bien el libro de Job: “Sus amigos rodearon a Job y guardaron silencio porque vieron que su dolor era muy grande”).



En todos estos años, he visto acompañantes que me han conmovido y me ha admirado su capacidad de sacrificio y abnegación. En alguna ocasión he escrito sobre ello a raíz de mis años en el Hospital de Parapléjicos de Toledo, donde las estancias eran muy largas, de varios meses, años en ocasiones. Los familiares dejaban todo y se trasladaban a vivir a esa ciudad; pasaban frío en invierno y calor en verano atravesando el puente sobre el Tajo que conducía al hospital, sin faltar un solo día, sin dejar de apoyar al hijo o la hija, el esposo o la esposa, al hermano.

Hasta el final

Estos casos que casi son heroicos también ocurren en los hospitales generales, el último lo he vivido al poco de llegar a mi nuevo destino. Una hija ha estado durante semanas al lado de su madre, hasta su fallecimiento. Día y noche acompañándola, apoyándola, sin apartarse un momento de su lado. Ha sido un ejemplo para todos nosotros y así se lo dije cuando me despedí.

Recuerdo otro caso en el Hospital de Valdepeñas, hace ya años, con una pareja ya mayor de un pueblo de la zona. Ella tuvo una infección pulmonar complicada y él no se apartó de su lado. Durante semanas durmió en el incómodo sillón del hospital o en el suelo, al lado de la cama donde yacía su esposa. Me impresionó.

Médico general

Entrega sagrada

Estas personas convierten en sagrado el tiempo robado al sueño, las penurias inherentes a vivir en el hospital como acompañante, el malcomer y maldormir, el renunciar a compañía, hogar, ocio. Son ejemplos de sacrificio y abnegación, opciones admirables del ser humano. Trascienden su existencia y se adentran en el mundo del espíritu.

Para el personal sanitario es muy motivador asistir a esos ejemplos de dedicación y entrega, y entristece ver personas solas, sin ningún valedor (quizás encarnación de los “pobres de Yahveh” que se describen en la Biblia). Recuérdenlo en el próximo ingreso de su familiar.

Recen por los enfermos y por quienes les cuidamos.