Intercongregacionalidad por los últimos

Que la intercongregacionalidad sea una de las líneas de acción de la CONFER para el curso 2024-2025 no es cuestión baladí. La apuesta por la intercongregacionalidad no se ofrece como una idea de laboratorio, sino como una realidad profética que funciona y enriquece tanto a las propias congregaciones como a las personas acompañadas.



La puesta en marcha y el éxito de iniciativas como Asociación SaóPrat (con una trayectoria de 20 años a sus espaldas) o Proyecto Fratelli (más reciente) borran los temores de plantearse como un parche ante la falta de vocaciones. Ambos son proyectos con una apuesta firme por la intercongregacionalidad como signo de la entrega compartida a los últimos.

En Saò Prat -proyecto cofinanciado por la CONFER- suman esfuerzos teresianas, maristas y concepcionistas; y en Proyecto Fratelli lo hacen maristas y La Salle, para responder, siempre atentos a los signos de los tiempos, a la urgencia de hacer presente el Reino de Dios en nuestro mundo de hoy, tejiendo redes intercongregacionales. Siempre al servicio de la Iglesia, en sinodalidad, desde la comunión en la diversidad.

Buscar el sustrato común

Como señala a SomosCONFER el marista Marcelo Montori, “no se pueden imponer carismas ni formas, sino buscar el sustrato común, que es el del Evangelio, que es el que nos une a todos. Desde ahí nacen respuestas coherentes con las propuestas de la Iglesia en los caminos sociales”.

Por otro lado, también se ha disipado el miedo a perder el carisma o la identidad personal, cuando supone un salto de generosidad desprendiéndose de la obra propia y de visiones cerradas para ofrecer una mirada abierta de quienes comparten la pasión de Jesús “para que todos sean uno”. Y para que el mundo crea, como ya lo hacen los últimos, en la Vida Religiosa.

¿Acaso no es esto caminar juntos?

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