El vicepresidente del grupo Prisa, Fernando Carrillo, está convencido de que urge “defender la democracia y la ética” como el mejor antídoto para resolver la actual encrucijada sociopolítica en la que está atrapada América Latina. El que fuera ex ministro del Interior de Colombia, abrió con su ponencia la última jornada del IX Diplomado sobre Doctrina Social organizado por la Academia de Líderes Católicos. Celebrado a lo largo de esta semana en la Saint John’s University, regentada por los padres paúles, este itinerario formativo cuenta con la colaboración de la revista ‘Vida Nueva’.
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Carrillo vertebró su exposición sobre la necesidad de “rehabilitar y resignificar la política desde el respeto y la defensa de los principios de la dignidad humana, de los derechos de todos los ciudadanos”. “La problemática de América Latina no se resuelve ni con una política ni derechas ni de izquierda, ni tan siquiera de centro, que también puede ser radical”, enfatizó uno de los promotores de la Asamblea Nacional Constituyente de Colombia.
Respeto a la Constitución y a la dignidad
“El ejercicio del poder democrático se legitima con controles, con el respeto a la Constitución y a la dignidad humana”, comentó, con la conciencia de que “el problema de la democracia son los malos políticos”. “A menudo se echa la culpa a la democracia, cuando en realidad el problema es la distorsión del poder constituyente”, añadió. Desde ahí, hizo un llamamiento a establecer “un muro de contención para que los extremos no puedan contaminar, sea la extrema derecha o la extrema izquierda”.
Carillo expuso que “El Papa es muy claro en la encíclica ‘Fratelli tutti’, al subrayar que estamos llamados desde la política a no quedarnos en mis postulados individualistas para ponernos al servicio del bien común”. “Todos estamos comprometidos a vincularnos con lo público no estatal, no desentendernos porque solo el Estado tiene responsabilidad sobre lo público”, explicó.
La ‘solucionática’
En cualquier caso, planteó que “debemos pasar a la ‘solucionática’, a los planes específicos de acción, bajar esto al terreno, que pase por una participación ciudadana real, no solo de palabra”. Estas propuestas de Carrillo nacieron de una reflexión en torno a los principales desafíos continentales, como la inequidad, la violencia o la corrupción, pero también el reto tecnológico o la salud mental.
“América Latina es una región pobre, pero, peor que eso, es una región desigual”, lamentó, remitiéndose al análisis que al respecto lleva a cabo la filósofa Adela Cortina al acuñar el término ‘aporofobia’, esto es, la fobia a los empobrecidos. Desde ahí, planteó que “la lucha contra la pobreza no es un problema económico, sino una cuestión ética”.
En esta misma línea, alertó de cómo la mujer es “la gran víctima” de estas desigualdades y reclamó una apuesta de los poderes públicos sin titubeos en favor de la dignidad femenina. “No se trata de un fundamentalismo de género”, matizó.