Redactor de Vida Nueva Digital y de la revista Vida Nueva

¿Hay cambios a la vista en Lourdes?


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Las piscinas

En el santuario de Lourdes habrá novedades en breve. No se refiere solo a la decisión anunciada al inicio del mes sobre los mosaicos del Marko Rupnik que hay en el entorno de uno de los templos. Hace unos días el diario francés La Croix anunciaba un cambio que estaban esperando muchos de los peregrinos desde la pandemia del coronavirus. Y es que en con motivo de la 151ª Peregrinación Nacional que se celebra del 12 al 16 de agosto se van a reabrir las tradicionales piscinas que se cerraron con motivo de los protocolos sanitarios.



Esta cita que espera reunir a unos siete mil peregrinos –impulsada por las congregaciones de la familia asuncionistas– tras los Juegos Olímpicos de París llevará incorporada un nuevo ritual. Y es que la pandemia ha dejado cierta sensibilidad por la prevención y ahora se verá cómo se recupera la inmersión en las piscinas que se hacía con los enfermos que se ha sustituido en este tiempo por lo que han llamado “gesto del agua”. Una propuesta en la que el peregrino o el enfermo se lavará las mano y la cara y beberá del manantial de Lourdes. Para ello, informa el periódico, se han llevado a cabo unas obras en el sistema de circulación y la depuradora del agua de tal manera que cinco de las 18 piscinas puedan reabrir este verano.

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El sacerdote asuncionista y nuevo director de la peregrinación nacional, Sébastien Antoni, informaba que “todavía no podrá entrar todo el mundo en las piscinas, pero esperamos poder ofrecer 2.000 baños al día”. Una cifra interesante ya que las previsiones es que de los siete mil peregrinos haya unos 680 enfermos, lo que supone “aumentar en un 20% el número de peregrinos y en un 10% el de enfermos” según Antoni.

El agua no es un símbolo más en Lourdes, de hecho, se ha consolidado como gesto propio para los enfermos desde la aparición de la Virgen María a la joven Bernadette Soubirous en una gruta en 1858 en la que surgiría después el actual manantial. Desde entonces, cientos de miles de personas peregrinan cada año a Lourdes, muchas de ellas con la esperanza de curarse o al menos refrescar la propia fe y la esperanza.

Los mosaicos

Ciertamente la noticia de las piscinas afectará directamente a muchísimos de los fieles que acuden al santuario, muchos de ellos no sabrán nada sobre los mosaicos del exjesuita Marko Rupnik que decoran una parte de la entrada de la basílica de Nuestra Señora del Rosario. Sin embargo, señalaba Jean-Marc Micas, obispo de Tarbes y Lourdes, en un comunicado que “muchas personas víctimas de violencia y abusos sexuales a manos de religiosos han expresado su sufrimiento y la violencia que esta exposición representa” tras hacerse públicas las diferentes agresiones del teólogo artista.

Tras el análisis detallado de la cuestión, contando con la opinión de algunas víctimas francesas y extranjeras y algunos expertos, el obispo ha valorado que  “esta situación no tiene nada que ver con otras obras cuyos autores y víctimas no se encuentran con vida, en ocasiones desde hace siglos. En este caso, tanto las víctimas como el autor están vivas” y el santuario está llamado a que se “acoja a todo el mundo, especialmente a quienes sufren, incluidas las víctimas de abusos y agresiones sexuales, ya sean niños o adultos. En Lourdes, las personas que han sufrido, han sido heridas o necesitan ser consoladas y recuperarse deben ser una prioridad”.

“Dado que esto se ha vuelto imposible para muchos, mi opinión es que sería preferible retirar estos mosaicos”, sentencia el obispo sin consultar la resistencia a esta valoración ya que “el tema levanta pasiones” por lo que se seguirá “trabajando aún más junto a las víctimas para discernir lo que es más conveniente aquí en Lourdes y así honrar una exigencia absoluta de consuelo y recuperación”. Mientras no se empleará el alumbrado especial en la procesión de la noche y se seguirá reflexionando. Escribiendo hace unos días también en Vida Nueva sobre esto se colaba una frase del cardenal Seán Patrick O’Malley que ha pedido que “la prudencia pastoral impida exhibir obras de arte de una manera que pueda implicar exoneración o una defensa sutil de los presuntos autores de abusos”. Una sanación a través de unas piscinas y unos mosaicos.

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