¿Existe un cine que no se limite a la representación iconográfica de María? ¿Podemos hablar de una “figura Mariae” de la misma manera y con el mismo significado que se le atribuye a la “figura Christi”? Esta última expresión ha pasado ahora de la literatura al cine y se utiliza para indicar la conexión entre un personaje y Jesús a través de “la interpretación figurativa” de los acontecimientos. Ejemplos son ‘Juana de Arco’, de Carl Theodor Dreyer, en su famosa ‘La passion de Jeanne d’Arc’; o la heroína de ‘Breaking the Waves’ de su discípulo Lars von Trier; o la protagonista de Puccini y la muchacha de Paolo Benvenuti; o la protagonista de ‘Million Dollar Baby’ de Clint Eastwood. Estos nombres pertenecen a ese cine bíblico/religioso, no ilustrativo, sino trascendente/espiritual (alegórico), del que los maestros, además de los autores antes mencionados, Robert Bresson, Roberto Rossellini, Yasujiro Ozu, Martin Scorsese, Paul Schrader, Wim Wenders y otros.
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El tema de la maternidad es un elemento sintomático y elocuente. Se podrían indicar muchas experiencias de maternidad. Como “la sacrificada” de la protagonista de ‘Mamma Roma’, de Pier Paolo Pasolini; o “la dolorosa” de ‘Todo sobre mi madre’, de Pedro Almodóvar; o “la curada” por la esperanza en ‘Mommy’, de Xavier Dolan. La maternidad alegórica se vislumbra en la vivencia de las protagonistas de ‘C’è ancora domani’, de Paola Cortellesi, o en las de la serie ‘La storia’, de Francesca Archibugi. En ambas resulta inspiradora la acción de dos madres dispuestas a proteger a sus hijos hasta el punto de sacrificarse (recordemos la masacre de los inocentes y la huida a Egipto).
La madre de ‘El árbol de la vida’ de Terrence Malick es una mujer que, a pesar de la herida que ha marcado su vida (eco de la profecía del anciano Simeón o de la silenciosa Anna), vive el amor por sus hijos compartiendo con ellos su tiempo, criándolos y defendiéndolos, logrando transmitirles el sentido espiritual de respeto y amor al prójimo más fuerte que cualquier otra cosa.
Al servicio de las mayores
‘Figura Mariae’, al igual que Christi, es la protagonista de ‘El festín de Babette’, de Gabriel Axel. Con noble afabilidad, Babette se pone al servicio de dos señoras mayores, ayudándolas a reconstruir la armonía de una comunidad necesitada de atención e invirtiendo desinteresadamente todos sus recursos para el placer y el bien de los huéspedes de sus bienhechoras (el vínculo con la Visitación es claro).
‘Adam’, de Maryam Touzani, puede leerse como una “Visitación inversa”, en la que la figura puede reconocerse en la panadera que acoge, primero con recelo y luego con premura, a la joven protagonista embarazada que había rechazado porque estaba sola. ‘Nomadland’ de Chloé Zhao puede interpretarse como el magnificat de los marginados, de los descartados que lo han perdido todo excepto la propiedad de su persona y los sentimientos que comparten entre sí porque son discretamente conscientes de su dignidad; humildes sin interés, por lo tanto, dignos de ser “elevados” por la autenticidad de sus relaciones solidarias.
En un segundo plano frente al excéntrico profesor de ‘The Holdovers’, de Alexander Payne (él mismo una poderosa “figura Christi”) está el personaje de la evocadora cocinera Mary que, en su dolor como madre que ha perdido a un hijo, está despierta y atenta (María en Caná) ante la necesidad de los otros dos protagonistas de la historia que, gracias a estas cualidades suyas, recibieron una lección de vida. La unión genera el milagro de la solidaridad efectiva y creativa. Así, los personajes de ‘Milagro en Le Havre’, de Aki Kaurismäki, lograrán su objetivo compartiendo sus recursos con la generosidad espontánea de la gente sencilla, creen en lo que participan, es decir, reunir a un niño inmigrante con su madre al otro lado del Canal de la Mancha.
Una misión compartida que remite a lo vivido por los primeros cristianos junto a María, al milagro de la comunión después de la Pascua. Finalmente, en ‘Eduardo Manostijeras’, de Tim Burton, el personaje más cercano a María es el de la señora Peggy. No siente miedo ante un niño tan diferente. Desea proteger y escuchar a un ser tan especial que supera la tranquilidad humana. Es ella quien comprende que esta criatura insólita y excepcional es extraordinariamente dulce y necesitada de ternura. Peggy lo comprende y lo defiende porque logra establecer con él una correspondencia espiritual. Quien sabe escuchar atentamente, incluso siendo consciente de las dificultades, sabe responder siempre que sí.
*Artículo original publicado en el número de julio de 2024 de Donne Chiesa Mondo. Traducción de Vida Nueva
