“Soy inocente y lo seguiré repitiendo, he sido acusado y condenado injustamente y tarde o temprano saldrán a la luz los que me hicieron daño a mí y a mi familia”. Así de rotundo se muestra el cardenal Angelo Becciu en una entrevista en la que se considera víctima de “un plan de venganza -vendetta- en el que los autores no dudaron en utilizar incluso al Papa”. El purpurado, suspendido de sus funciones, ha sido condenado en primera instancia a 5 años y 6 meses de cárcel y ha pasado el verano en su Cerdeña natal.
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Una auténtica conspiración
En una amplia entrevista al diario ‘Nuova Sardegna’, espera que “los culpables saldrán a la luz, la historia será implacable” y lamente que su “relación con el Papa es como la de un hijo alejado injustamente de su padre”. Becciu asegura tener la “conciencia tranquila” y por ello, añada, “no me he dejado afectar por lo que considero una auténtica injusticia, una sentencia que no recogía la realidad de los hechos. Cuanto más tiempo pasa, más surrealista me parece todo”.
A la espera de presentar la apelación en un proceso inédito para los tribunales vaticanos, apunta que fue condenado “por malversación, pero se trata de una malversación bastante extraña porque nunca me llevé un céntimo”. “He servido a la Iglesia con absoluta devoción en todos los rincones del mundo, no me he dedicado a estafar. Estoy seguro de que el mismo Santo Padre no cree estas ‘acusaciones infundadas’”, sentencia el prelado que fuera responsable de las finanzas de la Secretaría de Estado. Abonado a la “conspiración” apela a que “tarde o temprano la verdad saldrá a la luz. La Historia será implacable. Es verdaderamente increíble el daño causado no sólo a mí y a mi familia, sino a la propia Iglesia. Si ellos escaparán al poder judicial inmediato, aquellos que, para llevar a cabo un plan ruin y vengativo contra mí, no escaparán al severo juicio de la historia”, amenaza.
En la entrevista, Becciu se desvincula de la decisión de adquirir el edificio de Sloane Avenue en Londres o del desvío de dinero a su hermano o a la Cáritas de su diócesis de origen, la de Ozieri. Aunque ha admitido ayudas a la cooperativa diocesana presidida por su hermano lo desvincula de un posible beneficio ilícito. Pensando en el papa Francisco, el cardenal asegura que ahora su “compromiso será demostrarle de todas las maneras y por todos los medios la falta de fundamento de esas acusaciones”. Ante su ingreso en la cárcel tira del martirologio: “Si confirman mi condena a prisión no iré cantando, sino sereno porque tengo la conciencia tranquila. Otros no dormirán tranquilos porque guardarán sobre su conciencia el peso de haber querido o permitido la condena de un inocente”.