Reflexiones sobre una pandemia: aprender sus lecciones (II)


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Continuando con las reflexiones sobre el Covid-19 que comencé en una entrada previa, mencionaba la credibilidad de los gobernantes que gestionan los recursos y las medidas de salud pública. Resulta difícil pensar que existiese consenso para afrontar una nueva pandemia, teniendo en cuenta que se tomaron medidas inconstitucionales, la gestión sanitaria y económica fue (a tenor de los resultados) paupérrima y, en repetidos momentos, desde el principio hasta el fin, se ignoró por completo la evidencia científica según se iba acumulando desde las primeras publicaciones, a principios de enero de 2020.



A una sociedad se le pueden y deben exigir esfuerzos intensos, pero solo si se legisla para el bien común y se demuestra consistencia personal y de grupo político. Por eso, cuando se investiga la evidencia de un posible aprovechamiento ilícito por parte de sectores del partido en el Gobierno y si nunca supimos en base a qué datos o evidencias se tomaron decisiones que perjudicaron al tejido productivo e hicieron sufrir a la ciudadanía (confinamientos, abolición de las libertades públicas), resulta difícil no creer que pudiera haber en un futuro una mayor resistencia legal, política y popular ante según qué medidas.

¿Aprendimos algo?

Cuando el recuerdo de hospitales atestados, de féretros alineados en morgues improvisadas sin nadie que los velase, del sonido de ambulancias circulando por calles desiertas, y la imposibilidad de realizar gestos normales de cariño como darse un abrazo, es todavía muy vivo en no pocos de nosotros, me pregunto si nuestro Gobierno y nuestra sociedad han aprendido algo o ha elegido permanecer ciega, muda y sorda ante tanto sufrimiento como se soportó.

Tal como se señala en un artículo reciente del NEJM, la pandemia supuso un trauma colectivo. Vivimos bajo una amenaza sin precedentes, de evolución imprevisible y que podía afectar a cualquier persona. No fue un evento aislado y recortado en el tiempo (como los atentados del 11M), sino una situación estresante prolongada que, se quiera reconocer o no, produjo daños irreparables a todos los niveles: personales, sociales, económicos, muchos de los cuales aún persisten.

Médico general

No repetir los errores

Es necesario recordar el pasado para no repetir sus errores. Evocar y analizar lo vivido puede suponer un homenaje a los que murieron, y permitir un duelo sano por todo lo perdido. Lo contrario, la incapacidad de una sociedad de recordar y llorar las pérdidas, es un proceso patológico en que el pasado parece un sueño, pierde su realidad. Cómo recordarlo de forma sana y aceptable para nuestra sociedad será motivo de otra entrada.

Nuestro país debe estar listo para futuros retos y amenazas que puedan presentarse, bien sea por microbios nuevos o viejos enemigos, como el virus de la gripe. Hay que intentar remediar los problemas que evidenció la Covid-19, redistribuyendo recursos y dotando a los sistemas sanitarios de la agilidad necesaria para tratar pacientes y generar datos, así como basar las medidas contra la expansión de enfermedades en evidencias científicas.

Contra la amnesia

Seguir viviendo como si nada hubiese pasado, sin recuerdo ni reflexión alguna, supondrá una apuesta segura para que, en un futuro, vuelvan a tocarnos las peores cartas de la partida, como nos ocurrió en marzo del 2020.

Recen por los enfermos y por quienes les cuidamos. Otro día, más reflexiones y propuestas (como una voz que clama en el desierto).