Editorial

Con el Sodalicio de fondo

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La decisión del Vaticano de expulsar del Sodalicio de Vida Cristiana a su fundador, Luis Fernando Figari, pone de manifiesto la gravedad de los abusos de poder, de conciencia y sexuales que cometió. Lamentablemente, no se trató de un hecho aislado, sino que, a la luz de las denuncias de las víctimas y de la investigación de la Santa Sede, la alerta se extiende más allá de la cúpula de este movimiento. Tanto es así que, desde el Vaticano, se valora la posibilidad de su disolución por el alcance de lo sucedido, al entender que el problema está en la raíz, no solo en unos sarmientos que se pudieran podar.



Luis Figari, fundador del Sodalicio/Archivo

Luis Figari, fundador del Sodalicio/Archivo

Sea cual sea la decisión última de Roma, el caso del Sodalicio insta a algo más que una profunda reflexión sobre la proliferación de asociaciaciones y sociedades eclesiales que buscan aprobar estructuras y estatutos con una celeridad inusitada, atendiendo únicamente a unos aparentes frutos numéricos, pero obviando el criterio de la fidelidad real al Evangelio. Urge reforzar los mecanismos de acompañamiento para corroborar si el Espíritu ha suscitado un nuevo carisma o si el emerger de una determinada entidad corresponde a otro tipo de intereses que buscan precisamente servirse y no servir.

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