Enrique Lluc
Doctor en Ciencias Económicas

Ver más allá de las ideologías: la emigración como señal


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Acabé en agosto una serie de artículos sobre los extremismos sin saber que este mes nos iba a dar una muestra de lo que puede suceder cuando se sigue esta manera de pensar. Porque con frecuencia, no juzgamos a los gobernantes o a las personas por lo que hacen sino por si son afines o no a nuestras ideas. Esta actitud nos ciega ante cuestiones que parecen bastante evidentes y que olvidamos cuando lo que tenemos que hacer es calificar a alguien que está cercano a nuestras ideas políticas. Por ello, quiero utilizar un ejemplo que creo que refleja bien estas cuestiones como es el caso de las elecciones venezolanas del pasado verano y todo lo que ha sucedido a partir de ella.



Las personas extremistas califican al régimen venezolano según desde donde lo hacen. Si están más hacia la izquierda, van a ser (y son) más benevolentes con Nicolás Maduro, mientras que si son tendentes a la derecha son mucho más críticos. El extremismo llega hasta el punto en el que se confunden las políticas con el político. De modo que parece que todo aquel que difiere con alguna de las políticas del gobierno venezolano, realmente es un ultraderechista furibundo o un fascista (como afirma el propio Maduro) mientras que si eres extremista de izquierdas tienes que defender y estar de acuerdo con todo ello que dice y hace el gobierno venezolano, y aunque reconozcas que algo hace mal, pensarás que peor lo harían los otros.

Barreras que no deben traspasarse

Ante esta muestra de simplificación absoluta derivada de la concepción extremista de la política, voy, en esta y las próximas semanas, a analizar tres aspectos que deberían estar por encima del debate político y que nos muestran algunas circunstancias y comportamientos que, deberían alertarnos (seamos de la tendencia política que seamos) de que algo no funciona correctamente o que se han rebasado determinadas barreras que no deberían traspasarse.

En primer lugar quiero hablar de la emigración. Creo que hay una cuestión que tendría que ponernos a todos alerta con respecto a un país o a una región. Cuando miles de personas salen en un periodo corto de tiempo de un lugar sin que se de una emigración significativa en la dirección contraria, se tienen que levantar nuestras alertas: algo malo sucede en ese país. Si además, mucho son exiliados, tenemos la pista de que va más allá de lo económico para centrarse en algún problema político.

Migra_Venezuela

De Venezuela han salido, en los últimos años, entre 7 y 8 millones de personas. Muchos de ellos se consideran exiliados y deben pedir asilo político (el caso de Edmundo González es solo una muestra de esto). Pensar que el país funciona bien con estas cifras (sea Venezuela o cualquier otra nación en la que suceda lo mismo) es una miopía grave, por no llamarle una profunda ceguera. No hay ningún éxodo masivo de ningún país, si no concurren circunstancias negativas que lo provocan.