Víctor Navarro, periodista venezolano encarcelado, torturado y ahora en el exilio: “La fe me permitió mantenerme de pie”

  • Este activista ha creado ‘Realidad Helicoide’, donde ofrece vivir como experiencia virtual lo que él pasó en sus cuatro meses preso
  • “El pueblo de Venezuela, más del 60% del pueblo, ha dicho basta a la dictadura de Nicolás Maduro”

Víctor Navarro, opositor venezolano

Víctor Navarro es un periodista venezolano de 28 años que, pese a su juventud, ya conoce de primera mano lo que es ser torturado en una cárcel y vivir en el exilio. La pesadilla comenzó para él en 2018, cuando, con solo 22 años, fue detenido por denunciar que el régimen de Nicolás Maduro violaba sistemáticamente los derechos humanos fundamentales de su pueblo.



Tras pasar cuatro meses recluido en El Helicoide de Caracas, donde sufrió torturas físicas y psicológicas, solo pudo recobrar la libertad cuando firmó a la fuerza un papel en el que reconocía que Maduro era el presidente legítimo. Entonces, tuvo que salir del país, residiendo en Argentina.

Voces de la Memoria

Pero, desde el destierro, mantiene su oposición al chavismo como director ejecutivo de Voces de la Memoria, una ONG con la que ha puesto en marcha un proyecto muy significativo: valiéndose de la tecnología, ofrece al espectador la experiencia de vivir lo que él sufrió: estar preso en una celda de El Helicoide. Y es que, tras tomar nota de las dimensiones del espacio en el que fue privado de libertad y reproducir al mínimo detalle cómo es, cualquiera puede hacerse una idea, de un modo virtual, del algo que aún le sigue angustiando el alma y que, en conversación con ‘Vida Nueva’, ofrece a nuestros lectores.

'Realidad Helicoide', proyecto que denuncia al régimen de Maduro en Venezuela

PREGUNTA.- ¿Cómo se te ocurrió este novedoso método con el que desnudar la cara más negra de un régimen como el de Maduro?

RESPUESTA.- La idea surgió en plena pandemia. Ya había escrito un libro sobre esa experiencia, pero no hacía justicia a lo que sentía y quería transmitir. La idea del museo estaba en la cabeza y, un día, un amigo me presentó la experiencia de Ana Frank en realidad virtual. Inmediatamente, al verlo, dije: “Este tiene que ser el formato”.

Porque lo que sentí al ver la experiencia de Ana Frank es que yo ya no podía hacer nada por ella, pero sí documentar de ese modo las atrocidades que comete el régimen de Maduro, lo que dejaría la posibilidad de poder sensibilizar y accionar, de hacer algo, porque está pasando justo ahora. Así fue que armamos un grupo interdisciplinario, con investigadores, psicólogos, víctimas, desarrolladoras, diseñadores, arquitectos y museólogos, y empezamos el proceso de crear ‘Realidad Helicoide’.

P.- ¿Qué te transmiten las personas que han probado la experiencia de sumergirse en esa difícil prueba humana? Y, a su vez, ¿cómo vives el que otros ‘sobrevuelen’ de un modo virtual lo que para ti fue el infierno en la tierra?

R.- Los sentimientos son muchos; conmoción sería lo primero. La gente, al ver la experiencia, queda muy conmovida. Pero la lista de sentimientos es larga. Muchas veces no hay palabras ni para expresar cómo se sienten y se genera un silencio que, a la vez, se cruza entre miradas aguadas. Me ha pasado que en ocasiones no saben que soy yo la voz en off o que mi testimonio aparece allí y, cuando me preguntan ‘¿eres tú?’, suele seguir un abrazo muy estremecedor.

Tantos otros no llegan a poder terminar la experiencia; lo que llegan a ver ha sido suficiente para ellos. El público es muy variado, venezolanos en el exilio, víctimas, políticos, sociedad civil, defensores de derechos humanos o estudiantes (la lista es larga), pero a todos ver la ‘Realidad Helicoide’ los atraviesa de una u otra manera. La experiencia es un disparador de conversaciones, de preguntas, de inquietudes, sobre todo para personas provenientes de otros países o culturas. Pero el denominador común es: “¿Qué puedo hacer?”.

Formado con Fe y Alegría

P.- Has sido alumno en un centro de Fe y Alegría. ¿Cómo viviste esos cuatro meses encerrado y torturado desde un punto de vista trascendente? ¿En algún momento te agarraste a la fe para poder aguantar y salir adelante?

R.- Sí, durante esos meses tan oscuros, donde la tortura y las amenazas eran parte de mi día a día, mi fe jugó un papel fundamental. Ser alumno en un centro de Fe y Alegría me dejó una base sólida en valores, en la capacidad de resistir con esperanza. Aunque a veces parecía imposible encontrar luz en medio de tanta oscuridad, me aferraba a la fe, no solo en un sentido religioso, sino también en la posibilidad de que el sufrimiento no sería eterno.

Hubo momentos de desesperación, en los que dudé de todo, incluso de mí mismo, pero siempre había algo que me devolvía un poco de fortaleza, ya fuera una oración o simplemente un acto de bondad en medio de la adversidad.

La fe no fue solo una cuestión espiritual, sino una herramienta mental y emocional que me ayudó a aguantar y a creer que podía sobrevivir. En medio del caos, uno se aferra a lo que tiene, y para mí, esa base que había recibido en Fe y Alegría fue parte de lo que me permitió mantenerme de pie cuando todo lo demás parecía desmoronarse.

P.- ¿Cómo estás viviendo todo lo que está ocurriendo en Venezuela desde las elecciones del 28 de julio y la represión desatada por el régimen contra todos aquellos que defienden que Maduro perdió en las urnas? ¿Tienes esperanzas en que Edmundo González y María Corina Machado puedan acabar con lo que cada vez más países califican de “dictadura”?

R.- Todo este proceso es muy removedor. Desde días e incluso meses antes de la elección, uno siente muchas cosas. En mi caso, la situación con los presos políticos es algo que me toca en lo personal, porque no hemos dejado de alzar la voz, de mostrar, de visibilizar y denunciar lo que viene sucediendo y que se ha endurecido en el proceso postelectoral, y no dejaremos de hacerlo.

Han sido días muy duros cuando la lista de nombres de detenidos y asesinados no paraba de crecer, y allí veías a niños, vecinos, estudiantes, referentes políticos. Han sido días y noches muy largas, y aún lo son porque los más de 1500 presos políticos siguen sin libertad con causas absurdas y arbitrarias, sin procesos con garantía de derechos, sin ver a sus familias, abogados…

La comunidad internacional está muy activa y pendiente de lo que sigue sucediendo y la comunidad regional incluso ha unido a varios líderes para poder presionar. Aunque algunos crean que son insignificantes, las acciones, denuncias, declaraciones, pronunciamientos o resoluciones de parlamentos ayudan muchísimo a la causa y presionan para que cada vez estemos más cerca del cambio.

Además, destaco la unión de millones de venezolanos dentro del país, que se han plantado y han defendido su elección, y lo siguen haciendo. Es algo que no se ha visto antes. El pueblo venezolano, más del 60% del pueblo, ha dicho basta a la dictadura de Nicolás Maduro. Los venezolanos merecemos vivir en libertad, sin presos políticos, sin terrorismo de Estado. Merecemos vivir en democracia, y eso es de la mano de Edmundo González Urrutia y María Corina Machado.

'Realidad Helicoide', proyecto que denuncia al régimen de Maduro en Venezuela

Soñar con volver

P.- ¿Cómo sueñas las Venezuela de 2026, por poner un plazo no demasiado largo? ¿Te ves viviendo de nuevo en ella?

R.- Imagino una Venezuela en la que decir y pensar distinto no sea un crimen, donde nadie sea arbitrariamente detenido, donde los responsables de tantas atrocidades y daños a la sociedad venezolana sean juzgados y paguen por ello. Una Venezuela donde haya muchos reencuentros y regresos, familias reunidas. Una Venezuela con prosperidad y crecimiento económico, con división de poderes e instituciones que sirvan al pueblo, no a un régimen político.

El proceso para afianzar la democracia será largo y deberá ser importante fundar sus bases en la memoria, la verdad, la justicia, la reparación y la no repetición. Cada uno de estos pilares, que responden a la justicia transicional, son sumamente indispensables para reconstruir una Venezuela verdaderamente democrática.

Deseo reencontrarme con mi familia, mis hermanos, mi sobrino, mis amigos…Hace más de cinco años que no he podido verlos y es lo que más anhelo. Quisiera volver a compartir con ellos mi tiempo y que deje de ser a través de una videollamada. Seguramente, cuando todas estas condiciones están dadas, pueda pensar en volver a mi país.

Noticias relacionadas
Compartir